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Leyes inviolables

Por Dr. Roberto Vázquez Meza*
miércoles, 6 de mayo de 2020 · 00:00

Afortunadamente, y por increíble que te parezca, existen leyes realmente inquebrantables: las Leyes de la Naturaleza. Aun cuando ignoremos la ley de la gravedad, si no guardamos el equilibrio, nos caeremos. No importa si eres un niño o un adulto, o si eres pobre o rico, tampoco importa tu género, origen étnico u orientación sexual, te caerás de la manera más igualitaria que te puedas imaginar.

Así pues, dentro de este particular mundo de leyes inviolables, quisiera platicarte acerca de las LEYES DE KEPLER DEL MOVIMIENTO PLANETARIO. Si bien es cierto, no se tratan de principios físicos fundamentales, sí son relevantes para entender la historia de la ciencia tal y como la conocemos. Johannes Kepler fue un astrónomo y profesor de matemáticas, nacido en lo que actualmente es la región de Stuttgart, Alemania, en 1571 que, con el tiempo, llegaría a ser astrónomo imperial al servicio de Rodolfo II. Aunque tuvo una vida llena de calamidades, eso no le impidió trabajar en su pasión, el movimiento de los planetas, o como él lo llamaba “la armonía de los mundos”.

Utilizando los mejores datos observacionales de su época, obtenidos cuidadosamente por Tycho Brahe, Kepler logró establecer, después de muchos años de trabajo, lo que sería su primera ley: que las órbitas de los planetas alrededor del Sol no son circulares, sino que son elipses, y que el Sol no se encuentra en el centro de esas elipses, sino en un lugar que en geometría se le denomina “foco”.

La segunda Ley de Kepler es más complicada de imaginar (y supongo que de descubrir). Nos dice que, si trazamos una línea imaginaria que une al Sol con un planeta dado, el área que traza dicha línea, al moverse de un punto a otro de su trayectoria, es igual a la que traza entre otros dos puntos cualesquiera, siempre y cuando el tiempo que tarden ambos movimientos sea el mismo.

La última ley tiene que ver con que los planetas, entre más alejados están del Sol, mayor es el tiempo que tardan en darle una vuelta. La relación matemática entre el tiempo y la distancia es también curiosa: el cuadrado del tiempo es proporcional al cubo de la distancia. Esta última Ley nos permitió conocer las distancias a las que se encuentran los otros planetas del Sistema Solar con una precisión asombrosa, tan solo midiendo el tiempo.

Para concretar estas tres leyes, Kepler tuvo que hacer algo trascendental: renunciar a sus ideas preconcebidas sobre el movimiento de los planetas y hacer caso de lo que le decían los datos. Esto ha determinado la forma de trabajar de los científicos desde entonces: la objetividad de los datos obtenidos rigurosamente delimita la interpretación que podemos hacer sobre ellos. Interesante, ¿no crees?

Cuando Caracol reabra sus puertas podrás conocer acerca de las Leyes de Kepler en la apertura de la Primera Etapa de la SALA DEL CIELO, la cual incluirá módulos interactivos para aprender, divirtiéndote, las tres Leyes de Kepler. ¡Espéralo!

*Investigador Titular del Instituto de Astronomía, UNAM
 

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