LA MARAÑA CÓSMICA

Los rebrotes, SARS_Cov2 sigue ahí

Por Dr. Rolando Ísita Tornell*
lunes, 29 de junio de 2020 · 00:00

En la etapa actual de la pandemia Covid 19, el desconfinamiento, tenemos la oportunidad por segunda ocasión de observar en tiempo real la dubitación en la toma de decisiones de los países. En un plato de la balanza las razones clínicas en el otro las ¿razones? económicas.

En los momentos iniciales de la pandemia se atribuyó a la directora del Banco Central Europeo haber dicho que “los viejos vivían demasiado como para poner en riesgo la economía”. No se demostró que textualmente lo haya dicho así, pero sí pudimos observar que en Europa, de Unión, solo tenía el Banco Central, cada país, cada dirigente, jalaron cada uno por su lado. Donald Trump, su aliado británico Boris Johnson y otros jefes de gobierno minimizaron la epidemia; este último cambió su discurso y decisiones después de sobrevivir a la enfermedad, ¡atendido día y noche por dos enfermeros de su mermado sistema público de salud, inmigrantes!

Nuestro país, desde el 3 de enero el sistema de salud comenzó los preparativos y emitió tres documentos técnicos; las decisiones serían tomadas con criterios médicos y científicos, y fue el primer país que adoptó la técnica de diagnóstico situacional (cómo se va comportando la epidemia) con nuestros propios recursos.

El patrón de las decisiones de los países osciló entre lo clínico y lo económico. Las dubitaciones deambulaban en que no hay vacuna ni tratamiento, es muy veloz para contagiar, habrá muchos portadores sin síntomas potenciales contagiantes y el número de enfermos predecible rebasaría la capacidad de atención de los hospitales que el modelo económico global no consideró indispensables. El costo político resultaba más grave que un decrecimiento económico. A regañadientes comenzaron a seguir los lineamientos de la OMS.

En los diversos escenarios, la Organización Mundial de la Salud parecía convidada de piedra y en momentos tenía que salir al quite frente a despiadados ataques de información falsa, que incluyó a diarios de prestigio mundial, a quienes eran responsables de la emergencia sanitaria, con el única autoridad y poder de su calidad moral. La toma de decisiones inclinaba acusadamente la balanza a afectar lo menos posible a la economía y, en segundo término, a las personas, como si fueran un mal necesario.

En nuestro país, con 61.1 millones de personas con ingreso inferior a la línea de pobreza (CONEVAL), con más de 300 hospitales abandonados o a medio construir, con carencia de personal especializado y, en general, de prestadores de servicios de Salud, la prensa y sus seguidores pedían a gritos ¡cómo en Suecia! (hoy arrepentida de su decisión de no confinar y con un gran número de fallecidos), ¡como en España o Italia! (casi estado de sitio, multas por salir a la calle, vigilancia policíaca). Se optó por convocar a la responsabilidad social, educando, informando, aclarando “una y otra vez, con todo gusto”, no se podía proteger de la enfermedad a unos cuantos con capacidad de quedarse en casa y matar de hambre a la mayoría.

Hoy, en el desconfinamiento vuelve a prevalecer la economía sobre los contagios, sin vacuna, sin tratamiento y un virus todavía desconocido, hábil y veloz que ahí sigue a bordo de personas con o sin síntomas capaces de contagiar. Hoy la histeria son “los rebrotes” y ningún viso de modificación de la economía, que se dice ciencia y que no considera a la naturaleza y a las especies como evidencias irrefutables de que el modelo es incompatible con la vida en el planeta. Hay detectados más coronavirus, alrededor de 30, y se viene la “temporada” de influenza. El remedio está sólo en manos de la sociedad: sana distancia, lavarse mucho las manos, usar bien el tapabocas, no acudir a multitudes, salir a la calle solo lo indispensable… Dejar de comer chatarra, bebidas azucaradas y de leer o reproducir información malintencionada.

*Comunicación de la Ciencia DGDC UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx 

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