DESDE LA PLAZA SANTO TOMÁS

Lo que sucedió mañana – año 2027 – mes de julio- 79

Por Ricardo Harte*
lunes, 27 de julio de 2020 · 00:00

-¡Qué suerte tengo!

-¿Por qué?

-¡Porque no sé qué va a pasar mañana!!!

Diálogo con nieto de cinco años


-¡Las tecnologías han fracasado!- bramó Mercedes.
La Plaza murmuraba sus sonidos habituales. La risa de los pequeños, la música ambiental. Se adivinaba el murmullo del aire suave, provocando movimientos nerviosos en las flores pequeñas, que se estremecían nerviosas ante esas caricias audaces, atrevidas, de brisas que no conocían límites.

-(Zas!!!)- pensó Agustín- (la académica desayunó gallo otra vez).

El grupo guardó silencio, esperando el siguiente bramido.

-¡Y no me digan que no lo han vivido! ¡Que no lo están viviendo! Es más…¡hemos tenido que defendernos de la bendita tecnología!

El grupo mantenía el silencio. Sólo que ahora se miraban unos a otros, furtivamente, como no queriendo enfrentar lo desconocido: ¿qué diablos le pasaba a la profesora?

-Miren… Si hubiéramos dejado que la inercia de las condiciones de las épocas del Corona virus…¿se acuerdan de él?… continuará reglamentando las formas de vincularnos, de tratarnos, de vivir entere nosotros, estaríamos ahora vestidos de astronautas, a varios metros de distancia, hablando a través de un bozal. Como lo hicimos en aquellos días. En el mejor de los casos. Porque la otra, es que estuviéramos ahora cada quien en sus casas, hablándonos a través de una pantalla. Transformándonos en seres bidimensionales, pretendiendo que era una nueva forma de disfrutarnos, más cómoda, más sana, más inmediata!

-Pero…Mercedes- se atrevió la Sra. Elsa a abrir la boca- ¿No fue necesario como una medida de salud social para controlar la expansión de la pandemia, mientras se encontraban las medicinas adecuadas?

-Si, claro que sí. ¿Pero no recuerdan que a las pocas semanas de estar en medio del huracán viral nos empezaron a “vender” la idea de que debíamos enfrentar una nueva realidad?¿Que esa forma de convivir, de trabajar, ya iba a modificar, para siempre, las maneras de relacionarnos?¿Que la “Madre Tierra”, y no sé cuáles otras madres, nos había dado un bofetón y que teníamos que entender el mensaje?¿Que el diálogo con el planeta debía existir y debíamos encontrar la formas de conocer y respetar las maneras de convivir con él?

-Este… sí. ¿Pero qué tiene que ver con lo de “las tecnologías han fracasado”?

-Pues intentaron, repito, convencernos de que sustituyéramos este diálogo que ahora tenemos tú y yo, así, de frente, viéndonos, tocándonos, olfateándonos, por un diálogo de “zoom”. Pretendieron convencernos de que la “la nueva realidad” se daría por sí sola, por ósmosis espontáneo, por inercia natural.

Y me pregunto ¿cambió la industria de la guerra? ¿cambió la industrialización de los alimentos?¿cambió la industria de la salud?¿cambiaron las industrias extractivas?¿cambió el gran capital golondrino que sólo anida en mercados que le convienen a sus intereses especulativos y de concentración?¿Acaso no sigue la bolsa de nueva york determinando el precio del café ,del trigo, del maíz y demás alimentos básicos?

No. No cambió nada. Seguimos en manos de los intereses de las grandes corporaciones, cada vez más mundiales, cada vez más feroces, más arbitrarias y más y más y más impunes.

Y todo ello porque compramos, en aquellos días, de que todo iba a cambiar por sí solo. De que ya estábamos ante una nueva realidad.

Lo único que quedaba por saber cuál era la raza del gallo que había desayunado Mercedes, pero que había desayunado gallo, no había la menor duda. El grupo seguía semi paralizado ante la andanada de palabras y argumentos de la profesora.

La única que, parapetada en su calidad de ama de casa inofensiva, intentaba responder a las preguntas/gritos era la Sra. Elsa.

-Bueno…si. Pero sigo sin entender. Las tecnologías, entonces, no han fracasado. Los que hemos fracasado somos nosotros, los humanos. ¿No crees? Porque las tecnologías, al fin, son como las matemáticas, o la física, o la química. Con ellas podemos hacer bombas o vacunas. ¿No? Depende de cómo y para qué las usamos.

Mercedes se quedó, por unos minutos, callada. Estupefacta. Hubiera jurado que el cerebro de la querida Sra. Elsa sólo tenía las neuronas habilitadas para hablar del precio de los jitomates o cuán verdes estaban los plátanos. Y allí estaba, erguida en su silla, con el tinto en la mano, confrontando sus alaridos, con toda calma, a partir de una auténtica humildad.

-Este…mi querida Elsa. Tienes toda la razón. Las tecnologías no han fracasado. Las sociedades no han logrado modificar los paradigmas que colocaron, en el Siglo XX, al capital en el centro de la Vida. Desplazando al ser humano. Al trabajo como una actividad que dignifica. Seguimos permitiendo que el trabajo sea una herramienta para expoliar, para abusar de los demás.

-Querida Profesora- intervino pausadamente Don Sebas- has puesto sobre la mesa temas que, opino, deberíamos ordenar ¿no crees? Mencionaste los paradigmas, las tecnologías, el trabajo, la pandemia.

-Bueno…todo se relaciona ¿no? – interrumpió Mercedes tomando viento, otra vez, para continuar con su discurso intenso.

-Sí… claro. Pero cualquier análisis exige clasificar, jerarquizar. Si atacamos un tema a la vez, no estamos negando esa red de interrelaciones que debe existir. Es sólo un mecanismo artificial que aplicamos para poder investigar, reflexionar y dialogar. ¿no crees?

-Sí…por supuesto- concedió Mercedes.
-Y creo que algo ha cambiado en nosotros. Ya nos damos cuenta con mayor claridad quiénes somos. Y cambiar en siete años…creo que nos va ha llevar más tiempo.

*Arquitecto nacido en Uruguay y residente en CDMX desde hace más de 40 años

ricardoharte@yahoo.com.mx 

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