DÍA DEL SEÑOR

XIV Domingo Tiempo Ordinario Ciclo A (Mt 11, 25-30)

“Vengan a Mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y Yo los aliviaré” Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 4 de julio de 2020 · 00:49

El evangelio de hoy nos invita a meditar lo que estamos viviendo estos últimos meses que han sido muy duros debido a la pandemia, la perdida de trabajos, el cambio de rutina para los niños, el miedo de estar en contacto con otros, las reglas acerca de visitas en el hospital, y también la violencia de las calles.

¿Cuántas veces nos hemos sentido cansados, fatigados, agotados, no sólo física, sino también anímicamente? ¿Cuántas veces hemos experimentado situaciones en la vida que nos agobian, es decir, que se convierten como en un peso demasiado grande, difícil de cargar, un peso que parece hundirnos, aplastarnos?

Una larga y dura enfermedad; el inmenso vacío y soledad interior que nos produce la pérdida de un ser querido; un problema que se prolonga y parece insoluble; un fracaso duro de asimilar; la pérdida del trabajo; no encontrar otro trabajo para poder sostener a la familia; una dura prueba espiritual que se prolonga por meses o años; las continuas y repetidas caídas —“siempre en lo mismo”— que desaniman y desesperanzan; un pecado muy fuerte que no me puedo perdonar; una responsabilidad que me sobrepasa; alguien que me hace la vida imposible; etc., etc. ¡En cuántas situaciones como éstas el espíritu puede flaquear, llevándonos a experimentar ese “ya no puedo más”!

Al experimentarnos cansados y agobiados, lo primero que quisiéramos es encontrar el descanso del corazón, tener paz, hallar a alguien en quien apoyarnos, alguien cuya compañía sea un fuerte aliento para perseverar en la lucha, alguien en cuya presencia vea renacer mi vigor. ¡Qué enorme bendición y tesoro son los verdaderos amigos, en los que podemos hallar el apoyo y descanso para el espíritu agobiado! ¡Pero cuántas veces sentimos que nos hace tanta falta ese apoyo, cuántas veces buscamos consuelos de momento que luego nos dejan más vacíos y agobiados, o cuántas veces preferimos encerrarnos en nuestra soledad haciendo que nuestra carga en vez de aligerarse se torne cada vez más pesada, imposible de cargar!

Debemos sentir dentro de nosotros la misericordia entrañable de Dios y su cariño de verdadero Dios cercano y tierno que nos mima y nos cuida como una madre que lleva a su hijo en el regazo. ¿Quién no está cansado y agobiado hoy? Jesús te dice que acudas a Él, porque encontrarás alivio y descanso. El sentir al Dios-misericordia nos debe llevar a nosotros también a practicar la misericordia.

Muchas veces el yugo no es tan llevadero, ni la carga tan ligera de llevar, preguntemos a los enfermos con dolencias graves, incurables, los contagiados de Covid 19. Sin embargo, una fe sincera y auténtica ayuda a llevar la carga sin perder nunca la alegría interior y la esperanza cristiana. A mayor fe, mayor esperanza y mayor caridad cristiana, el doliente y duro peso de la carga puede y debe sentirse algo más fácil de llevar y menos desesperante.

Jesús sufrió la dura carga de su cruz, de los insultos, de la muerte, pero fue su amor al Padre el que puso alivio a su tortuoso y doliente caminar. Fue el amor al Padre el que le dio fuerzas para aceptar el dolor que le causaban los injustos sufrimientos que le infligíamos nosotros los humanos con nuestro pecado. Por eso luchemos siempre contra el dolor y el sufrimiento, con amor, porque sólo el amor puede redimir nuestro dolor y el dolor de otras personas.

Vivimos en un mundo lleno de angustias, de cansancio y de agobios. Jesús nos ofrece alivio. Él va a aliviarnos, necesitamos de su consuelo y de nuestro descanso en El, nos va ayudar a terminar con nuestras angustias y temores. Nos pide que llevemos su yugo, el mismo yugo que El lleva y sabemos porque nos lo dice el mismo Jesús que es fácil de llevar y cargar si estamos cerca de Él.

Si te sientes anímicamente cansado, o agobiado por algún peso que no puedes cargar, mira al Señor en el Huerto de Getsemaní. ¿Qué hizo Él cuando sintió la angustia en su alma? ¿Qué hizo Él cuando tenía que asumir la pesadísima carga de la cruz? Rezó más, insistía en su oración, la hizo más intensa. En los momentos de fatiga, de fragilidad, es cuando más debemos rezar, con más intensidad y perseverancia, entonces nos dará la fortaleza que necesitamos en los momentos más duros de tu vida.

Que la compañía cercana de Cristo Jesus, los proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com 

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