COLUMNA INVITADA

Pemex, sueño o pesadilla

Por Jorge Suárez-Vélez
sábado, 1 de agosto de 2020 · 00:00

Pemex confirma que es el eslabón más frágil en el proyecto de nación que López Obrador sueña. El problema va más allá de los 606 mil millones de pesos que ha perdido este año, 2.5% del PIB (a pesar de que pagó 79 mil millones de pesos menos en impuestos y derechos en el segundo trimestre). Según cálculos de Gonzalo Monroy, experto en energía, sin contabilidad creativa la cifra real es mayor por casi 200 mil millones de pesos.

La deuda de Pemex creció a 106 mil millones de dólares, sin el beneficio de recibir recursos frescos. El aumento proviene de refinanciar sus emisiones de bonos a tasas cada vez más altas, pues su deuda está calificada como “chatarra”. A eso habría que agregarle 70 mil millones de dólares de pasivo laboral contingente, es decir, que Pemex no guardó esos recursos para pagar las pensiones a su personal cuando se jubile. Entre uno y otro concepto, eso equivale a casi 14% del PIB.

López Obrador y su 4T creen que refinar gasolina nos hará más soberanos, sin reconocer que el pésimo manejo de la economía incrementará el endeudamiento público en otros 15 puntos del PIB este año, más de lo que creció en todo el sexenio pasado. ¿Estar tanto más endeudados con el resto del mundo nos hace soberanos?

No sé qué cuentos chinos le cuenten Nahle y Octavio Romero a AMLO, pero Pemex está quebrada, y el hoyo se hará cada día más grande; amenaza no sólo a las finanzas públicas, sino al país en un sentido más amplio. Una empresa no resuelve problemas de ese nivel a billetazos, sería un barril sin fondo, se requiere de profundos cambios estructurales que están lejos de las capacidades del dúo dinámico a cargo. Pemex tendría que renegociar su pasivo laboral, reducir personal, y concentrar sus recursos en sólo extraer petróleo, dejando almacenamiento y distribución en manos privadas. Al contrario, CFE se volvería rentable si se dedicara sólo a comercializar energía, dejando que la generación la hagan los privados más eficientes.

La pandemia acelerará la transición hacia energías limpias. Esto ocurrirá en parte por la caída en la demanda por combustibles fósiles que ocurrió en esta coyuntura y que, momentáneamente, llevó el precio del petróleo a niveles negativos, pues ya no había dónde almacenar lo que nadie compraba. Pero, además, el cruel virus nos recuerda que problemas de este tipo han arreciado como consecuencia del cambio climático fuera de control.

La necia obstinación de incrementar la capacidad de refinación de Pemex, que ahora es de 635 mil barriles diarios, nos pega doble. Dejamos de percibir los ingresos por exportar ese petróleo, y en vez de importar gasolina barata, ahora la producimos cara. Además, la combinación de paupérrimas refinerías con nuestro petróleo pesado nos lleva a generar combustóleo equivalente a más o menos un tercio de lo refinado. Ante la imposibilidad de deshacernos de ese veneno, ahora lo quemamos para producir electricidad. El costo de hacerlo es de 2100 dólares por megawatt hora, seis veces más de lo que nos cuesta producirla con energía limpia, solar o eólica. Por cierto, hacerlo con carbón, para darle gusto al senador de Morena Armando Guadiana, nos cuesta

1,700.
Nuestra obsesión petrolera matará una industria en la cual somos mundialmente competitivos y que atraería carretadas de inversión extranjera. México es el tercer país con más potencial por su irradiación solar, y el quinto por su potencial eólico. Pero más aún, si insistimos en producir electricidad -cara y sucia- con carbón y combustóleo, no solo dañaremos la salud de los mexicanos, sino que mataremos la competitividad de nuestra industria y haremos imposible que empresas comprometidas en eliminar su huella ambiental puedan establecerse en México. Pemex quiebra al gobierno y obstruye la inversión privada.

La pandemia ha hecho transparentemente claro qué industrias serán las ganadoras en el futuro. No participamos en ellas. También ha dejado claro cuáles tienen sus días contados, es en ésas donde la 4T dilapida recursos que ya no tenemos.

@jorgesuarezv
 

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