PROYECTOVINO

Reconocimiento vs alarde

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 13 de agosto de 2020 · 00:00

Hace unos días, en un muy buen evento de vino, me tocó escuchar a una persona alardear diciéndose ser el mentor de un personaje que está haciendo mucho ruido en el vino mexicano, por la calidad de los productos que elabora y al que vamos a llamar el señor “X”. Quienes saben leer entre líneas sabrán de quién hablo.

Es la segunda vez que escucho de alguien, el querer adjudicarse méritos, evidentemente falsos, sobre el talento de esta misma persona. Lo más impresionante es que, “por extraño que parezca”, los vinos del “mentor” no le llegarían ni a los talones en cualquier competencia que se pueda considerar digna. Por lo que inmediatamente surgen las preguntas: A ver: “Si TÚ le enseñaste… cómo es que prefiero pagar 2, 3 ó 4 veces más por los vinos de “tu discípulo” que por los tuyos?” o “Cómo es que a ti nadie te conoce y a él, sin marketing y capital, el mundo del vino está volteando a verlo?” ¡O peor aún! “Cómo fuiste tan bruto de dejarlo ir?”

Tanto en el vino, o cualquier empresa (sin importar tamaño) e incluso relaciones personales, sólo pocas veces nos topamos con personas que identifican, reconocen y conservan a los talentos con los que cuentan. Muchas pueden ser las razones, ceguera empresarial, envidias, se cayeron de cabeza de la cuna de chiquitos, o a veces porque sienten que les pueden robar el protagonismo, les pueden quitar el nombre en la marquesina.

Hace algunos ayeres cuando empecé en el mundo del vino no empecé sola, lo hice con dos personas sumamente arrogantes que por supuesto, no duraron nada conmigo. Independientemente de los problemas que nos orillaron a separarnos (bendito Satán) no se aguantaban ni ellos. Siempre peleando por demostrar quien era más que el otro, quien viajaba más o más lejos, quien comía mejor, quien comía más caro, y lo siguen haciendo. Ahora creyendo ser sommeliers uno mejor que el otro. Nunca se han detenido a pensar en que no hace falta alardear, sino poner acción, y ahí en la realidad del trabajo es donde se demuestran las cosas, así como dice el dicho, justamente.

Platicaba con mi novio que yo creo firmemente en que la infancia de las personas determina el tipo de persona que seremos de adultos, y las carencias en cualquier ámbito, crean inseguridades, prejuicios y hasta complejos, con los que después salimos a enfrentarnos al mundo y ya en la vida cotidiana se nos notan incluso hasta de lejos. En cualquier trabajo te encuentras diferentes tipos de personas, las que gritan todo lo que hacen de forma petulante y los que hacen, logran y alcanzan metas, que hacen que los demás nos demos cuenta y aplaudamos merecidamente esos éxitos.

Es muy importante entender que, casi en todo, el producto final es un trabajo de equipo, de compromiso y de entrega. Y en cada uno de los procesos hay protagonistas que no necesariamente buscan el reconocimiento. Por el contrario, prefieren el anonimato, por el bien de la marca. Se los digo porque tengo un caso MUY cercano que así es. Por lo que creo, debemos de reconocer infinitamente todo el trabajo que se hace tras bambalinas, antes de andar cacareando triunfos. Y mucho menos ponernos medallas que no nos corresponden.

Cuando logramos transmitir el mensaje que el resultado final es una labor de equipo, no sólo estamos otorgando el reconocimiento a todos los que participaron. Además, nos estamos sumando a ellos y mandando un mensaje claro: “Esto somos”. De otra forma, es mucho más resta que suma.

En todos los tiempos, pero más ahora, nos tenemos que ayudar, hacer equipo y apoyarnos. Y tú, sumas o restas?

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