CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

¿México, qué carajos?

Tenemos a Chico “Che”, para no olvidarnos de Guevara Por Rael Salvador
viernes, 7 de agosto de 2020 · 00:00

Sentencia el escritor y filósofo británico Peter Kingsley, que “tenemos ya todo lo que necesitamos”, pero que “sólo necesitamos que se nos enseñe lo que tenemos”.

Pero hay quien, desenfundando la “realidad” –esa arma que se nos pone como “evidencia” en medio de los ojos–, me refuta: “¿Qué carajos tiene México?”. “¿Qué nos ofrece este país jodido para que vivamos decentemente en él?”.

Así, con la ronda de estos interrogantes, me he quedado dando vueltas en el imaginario de una nación –la mía y la de tus hijos, la de nuestras familias–, reflexionando qué diablos posee mi país.

Y digo, muestro, me pinto con palabras este paisaje:

Tenemos el fútbol… para tener el pretexto de apagar el televisor y abrir un libro.

Porque tenemos los libros de Octavio Paz, Carlos Fuentes y Monsiváis… Y los cuentos Juan José Arreola y José Agustín… Y los poemas de Jaime Sabines, Alí Chumacero y Lauro Acevedo.

Tenemos a los Héroes Nacionales, que me parece bien que realcen sus ficciones, para así cuestionarnos nuestra propia heroicidad y nuestra propia ficción.

Tenemos al “Chavo del Ocho”, para que por los menos ocho chilindrinas piensen en tener su “chavo”.

Tenemos las telenovelas, para saber de donde surge tu nombre –Esmeralda o Mari Mar– o nuestra propia historia de hadas lujuriosas que no calza con la realidad azul.

Tenemos el cine de los Hermanos Almada, para saber qué no hacer en las películas, que es como saber lo que no hay que hacer en la realidad.

Tenemos a Juan Gabriel, que puede ser como tú, pero además compone, canta y baila como un dios maravilloso.

Tenemos los discos de Chico Che: “Los nenes con los nenes”, “De quén chon”, “Chi cómo ño”, “Quén pompó”, para no olvidarnos de Guevara.

Tenemos, día a día, todo un Calendario –¡Santificado, qué carajos!– para tomar cerveza, vino o tequila, porque aquí –qué diablos importa el Covid– todo los días hay un santo qué celebrar o una fiesta qué organizar.

Tenemos el amor perdido, es decir el gran pretexto para salir a buscarlo…

Tenemos la chequera de Carlos Slim, de Azcárraga Jean, de Salinas Pliego y nuestra tele-churro-educación en la pobreza: la posibilidad siempre latente de recuperar lo que indecentemente se nos robó.

Tenemos las tetas de Maribel Guardia y el trasero de Lorena Herrera y el chocolate de la abuelita.

¡Qué cosas no tenemos…!
Pero sobre todo, tenemos el deseo de cambiar, la carne viva en la sal del descontento, esa que dice “No” a la anestesia de los comerciales que quieren hacernos creer –repitiéndose treinta veces cada cinco minutos–, que estamos bien, que nada pasa, que nada es posible –mucho menos cambiar la realidad– sino es con su firma y su shampoo.

Y, además, me tienes a mí, que te puedo escuchar. Alguien que –y no te parezca fácil, capullo– puede ofrecerte una respuesta (que no sea la que quieras oír, eso importa poco).

raelart@hotmail.com 

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