LAS CALORÍAS NO IMPORTAN

De fotógrafo a curador de alimentos

Por Enrique Botello Abarca*
martes, 1 de septiembre de 2020 · 00:00

Mi formación universitaria me generó la costumbre de saciar mi curiosidad a través de la lectura o la búsqueda de información en diferentes fuentes. Cuando decidí estudiar fotografía, esa buena costumbre se prolongó de forma natural hasta la fecha.

Soy ecléctico, las musas están en el lugar menos pensado. Entre las diversas publicaciones que han pasado por mis ojos, siempre me llama la atención –en revistas mayormente técnicas– cómo los fabricantes dan a probar a distintos fotógrafos su equipo para evaluar su rendimiento.

A pesar de conocer el mío, reconociendo su potencial y limitaciones, nunca he pasado más allá de hacer recomendaciones directas a mis alumnos y colegas para que tomen decisiones de compra y obtengan la mayor efectividad.

Siempre soñé con ser ése, el que hacía esas reseñas. El destino es curioso, pues de pronto me vi involucrado en un proyecto gastronómico en el que ya llevo dos años; formé con otros entusiastas de la comida, una sociedad culinaria y nos dedicamos a cocinar y a comer.

Por ahora, compartimos, entre nosotros, las bondades de muchos productos locales. Pero, ya saben, los niveles de entusiasmo en los grupos siempre tienen altibajos.

Comparto el espíritu sibarita (sin lujos y refinamientos) con varios amigos, entre ellos Gerardo Montiel Klint, gran fotógrafo, y con un par de jóvenes emprendedores: Omar y Alan Celis, también con mi compadre Octavio Meillón y con Mini, la reconocida enmarcadora local; con ellos el tema de los sabores, olores, texturas que vienen en los alimentos se convierte en un tema de dialogo interminable.

Resulta que un día me llama Enrique Fuentes, artista, fotógrafo, emprendedor y muchas otras cosas más, y me dice: “Me están ofreciendo un mole veracruzano para poner a la venta en mi mercado, me gustaría que lo probaras y me compartieras tus observaciones”.

En realidad, no sé si ese fue el primer producto que me dijo que probara, pero ya han sido muchos.

No caí en cuenta de lo que estaba haciendo, y la confianza que tuvo Enrique en mí para que yo hiciera esa tarea, hasta hoy que me dijo que le había llegado una salsa embotellada, que me la pasaba a dejar para que la probara.

Hice un recuento de los productos que he probado… y destacan el pollo criado en su granja: le comenté que no quiero probar otro pollo diferente a ése en lo que me queda de vida; el “rack” de borrego, que se deshace en la boca, y que ya quiero que esté disponible; sin olvidar su tocino, las salchichas y el chorizo.

Mientras escribía este texto, Fuentes me mandó un mensaje. Me decía que teníamos que formalizar este procedimiento de pruebas, extenderlo y divulgarlo. Me agradeció y le agradecí por la confianza… ¡Al diablo las reseñas de equipo fotográfico! Luz en el paladar.

*El autor es fotógrafo y miembro de la Sociedad Culinaria Todos Santos

chocorrol_@hotmail.com

 

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