PROYECTOVINO

Vendimias atípicas

Por Araceli Velázquez Córdoba
jueves, 10 de septiembre de 2020 · 01:23

Este año 2020 quedará guardado en la memoria de absolutamente todos. Como dicen por ahí, la realidad superó a la ficción y por muchísimas circunstancias jamás olvidaremos lo que este año significará para todos.

Una de esas cosas es que por primera vez en 30 años no se celebraron nuestras fiestas de la vendimia, las cuales se llevan a cabo como una celebración del inicio de la temporada de trabajo más intenso, pero también más satisfactorio, que esperamos durante todo un año. La cosecha y procesos de elaboración de nuestra bebida favorita.

Se dice que se requiere de mucha paciencia en el mágico arte de crear vino. Siempre he pensado que efectivamente se necesita tener una alta tolerancia a la espera y a lo inesperado en esta profesión donde lo más importante se le deja a la naturaleza, al clima, al suelo, a la tierra, a la zona. ¿Qué más impredecible que el clima? Así es. Al menos 365 días tenemos que esperar para que una botella de vino esté lista en nuestra mesa para descorcharla.

Yo siempre he sido muy curiosa. Al parecer nunca dejaré esa etapa de niños que le llaman “la etapa del por qué”. Siempre he querido saber ¿cómo es que un avión vuela?, ¿cómo se descubrió que los espárragos se comen? (y saben delicioso), ¿cómo es que se hacen los quesos? o ¿cómo se creó la primer computadora?

Todo tiene una explicación, a la hora de preguntármelo, investigar y obtener la respuesta, me siento muy satisfecha, literal me esboza una sonrisa, es como si teniendo esa información mi vida se tranquilizara y me sintiera con más “poder” así es que voy investigando y curioseando por doquier.

Con el vino me pasa lo mismo. Porque antes de investigar y conocer los diferentes procesos, tenía la misma creencia que muchas personas de que todas las uvas se concentraban en un contenedor, se pisaban y el vino estaba listo para beberse.

Hay muchas manos, mentes, estudios, conocimientos, experiencia y dedicación que intervienen antes de que esto sea posible.

Cada tipo de uva tiene su tiempo de maduración, las uvas blancas están listas antes que las tintas, por lo que la decisión de realizar la cosecha en el momento óptimo recae en los agrónomos y enólogos. Un pequeño ejemplo, es que son sumamente importantes los niveles de azúcar que presentan las uvas al cosecharlas, ya que de ello depende la posterior fermentación y nivel de alcohol que presentará el vino.

De un tiempo para acá, muchas vinícolas están haciendo la cosecha durante las noches para, entre otros beneficios, evitar la oxidación y que la temperatura las afecte en el traslado al siguiente proceso. Así es cada detalle por pequeño que nos parezca, como en este caso el horario, es de suma importancia.

Ya una vez recolectada la uva, pasa al “despalillado”, que es el proceso mediante el cual se separan las uvas del resto del racimo, y aunque en muchas partes se sigue haciendo a mano, actualmente existen máquinas que lo agilizan mucho.

Una vez desgranado el racimo, las uvas pasan al “estrujado” en una máquina estrujadora o prensa, para romper la piel de la uva y así, extraer la mayor parte del mosto (jugo de la uva) que será utilizado para su maceración, para después en algunos casos, empezar la fermentación en tanques de acero inoxidable, controlando la temperatura y haciendo pruebas hasta que se decida terminarla.

Después el enólogo decide si va a barrica, que tipo de barrica, o si ya va a botella y si llevará guarda antes de sacarlo al mercado o no, el tipo de corcho, el tipo de botella, el nombre, la personalidad y la etiqueta.

Como ven apenas comienza el verdadero trabajo de los hacedores de vino después de saber, ahora sí, el fruto que la tierra nos dio. Así que queremos desearles mucho éxito y darles todo nuestro reconocimiento a todos los que forman parte directa o indirectamente para que nosotros solo nos preocupemos de descorchar y disfrutar.

aracelivelazquez@proyectovino.com.mx 

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