DÍA DEL SEÑOR

XXIV Domingo Tiempo Ordinario Ciclo “A”

“En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo?” (Mt 18, 21-35) Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 12 de septiembre de 2020 · 00:00

Debemos estar convencidos Dios nunca nos pide imposibles. Y si nos está pidiendo perdonar, es porque podemos hacerlo. Y podemos perdonar, porque Él nos da las gracias para hacerlo, más aún, es Él Quien perdona en nosotros.

Recordemos algunas instrucciones de Jesús sobre el perdón. Una de las más célebres es la que nos trae el Evangelio de hoy, aquélla en la que el Señor responde a Pedro cuántas veces se debe perdonar. Pedro le pregunta: “Señor, ¿hasta siete veces? (Pensando, tal vez, que siete veces era mucho). Y Jesús le responde con aquella multiplicación (70 x 7), que da un resultado de 490 veces, pero que no significa esa cifra exactamente, ni tampoco 77, sino que es una expresión del Oriente Medio que equivale a decir “siempre”: “No sólo hasta siete, sino setenta veces siete” (Mt. 18, 21-35).

Jesús nos cuenta esta parábola para demostrarnos que Él nos perdona mucho, porque muchos son nuestros pecados. Y nos demuestra también que en realidad a nosotros nos toca perdonar muy poco. La parábola es la del siervo despiadado, a quien el amo le perdonó una deuda inmensa y éste, enseguida de haber recibido la condonación de su deuda, casi mata a un deudor suyo que le debía una cantidad muy pequeña.

¿Qué sucedió, entonces? El amo, al enterarse, lo hizo apresar hasta que pagara el último centavo de la deuda que le había perdonado antes. Y remata Jesús su parábola así: “Lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.

Si perdonamos mucho, mucho se nos perdonará; si perdonamos siempre, siempre se nos perdonará. Pero si perdonamos poco, poco se nos perdonará. Y si no perdonamos, no se nos perdonará.

Cuando nos sea difícil perdonar una ofensa, perdonar a una persona en particular, ayuda mucho pedir a Dios la gracia del perdón, pensando en esa ofensa o en esa persona cada vez que rezamos esa frase en el Padre Nuestro.

El cristiano que perdona no es un tonto, está siguiendo sencillamente las instrucciones de Cristo: perdonar y orar por los que nos hacen daño. El sabrá qué hacer con ellos.

Sería bueno que nos sintiéramos necesitados del perdón. Tanto de pedir perdón como de perdonar. No es fácil perdonar; no es fácil pedir perdón. El perdón es siempre posible y es mucho mejor que no perdonar. El que se cierra al perdón lo que hace es acumular odios y cerrazones y consigue destruirse y destruir. Puede pensar que está salvando su honor, pero está corroyendo su corazón y su capacidad de amar y de relación.

Desde la medida humana puede resultar imposible o por lo menos bastante difícil; pero si entramos en la dinámica de la fe y del amor y nos acogemos a este amor misericordioso de Dios para con nosotros y nos dejamos arrastrar por él, entonces se nos abrirá el corazón al perdón y a la misericordia frente al prójimo. Seremos profetas del amor y servidores de la reconciliación de los hombres y del mundo en Cristo.

Que el amor de Cristo, los acompañe, proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com




 

 

 

...

Comentarios