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Reglas son reglas

Por Jorge A. Meléndez Ruiz
martes, 15 de septiembre de 2020 · 00:00

El mundo del tenis se sacudió con la eliminación de Novak Djokovic por golpear a una juez de línea tras aventar una bola enojado porque Carreño Busta le había quebrado su saque en el primer set de su partido de octavos de final en el US Open.

Nole no lo hizo intencionalmente. No vio a la juez. Estaba frustrado porque el español iba a servir para ganar el primer set. Djoko era el favorito indiscutible para ganar el partido... y el torneo.

Algunos podrían pensar: que exageración. A fin de cuentas no buscó dar un bolazo. Pero los expertos (los hermanos McEnroe, Chris Evert y Brad Gilbert, entre otros) estuvieron de acuerdo.

La regla es clara y todos los jugadores la conocen: se le marca default a cualquiera que tire una bola de forma temeraria y le pegue a un juez o a un espectador. Punto. Sin excepciones. No importa si eres el #1.

Parece algo trivial. No lo es.
El respeto a las reglas, las leyes y los procedimientos es, de hecho, uno de los pilares del Estado de derecho de sociedades desarrolladas.

Te lo demuestro con dos ejemplos de nuestro vecino del norte.

Hace poco vi el estrujante documental “Immigration Nation” en Netfilx, que sigue a los agentes de ICE en Estados Unidos (EU) que implementan la brutal política migratoria del Señor Naranja.

Una política desalmada que separa familias y que hasta dejó a niños muy pequeños solitos sin sus padres. Terrible, injustificable.

Y, sin embargo, en la implementación de esta espantosa estrategia hubo algo que se me hizo admirable: los agentes respetaban al pie de la letra leyes y procedimientos. Buscaban arrestar a personas específicas después de que un juez había dictado su deportación.

Las llevaban a un centro donde se seguía también un procedimiento perfectamente establecido. De nuevo, no justifico la estrategia. Pero me dejó impactado el apego al debido proceso. Reglas son reglas.

El segundo caso se refiere a los ataques de septiembre 11. Todos sabemos lo que desencadenaron: la invasión en Irak, el derrocamiento y ejecución de Saddam, Guantánamo Bay y hasta el génesis del ISIS.

Lo que quizá no sepas es que con todo y lo cowboy que fue Bush en sus acciones, al inicio tuvo que seguir las reglas.

Un gran episodio del podcast RadioLab explica cómo 60 palabras definieron lo que sucedió después de septiembre 11. Y éstas no fueron redactadas por el Presidente del país más poderoso del mundo.

No. Fueron redactadas por Timothy Flannagan, un abogado de la Casa Blanca.

Son “la autorización para el uso de fuerza militar”.

Resulta que en EU el permiso para una guerra corresponde al Congreso y no al Presidente. Interesantísimo. Reglas son reglas.

Dos aclaraciones. Primera, EU no es la panacea. Tienen muchos asegunes y problemas. Y también son gobernados por un narciso inepto. Y, sin embargo, es un país donde existen contrapesos y un Estado de derecho. Sin ellos, Trump habría causado aún más daño.

Segunda. Claramente, un real Estado de derecho no sólo requiere que se cumplan leyes, reglas y procedimientos. También necesita de policías, investigadores, fiscales y jueces aptos y honestos. Y de cárceles gobernadas por autoridades y no por capos.

Pero las leyes y las reglas son el marco de referencia. Sin el debido proceso todo termina en caos... o en los caprichos del Tlatoani.

El contraste con México es dramático.
Aquí muchas reglas son “flexibles”. La justicia no es ciega y depende de los recursos y contactos del acusado.

Lo más triste es que hoy gobierna un Presidente al que le valen un cacahuate reglas e instituciones. Como muestra, el patético y reciente botón de la consulta para enjuiciar a expresidentes.

Es una idea terrible.
Un Estado de derecho sujeto a votaciones del “pueblo sabio” termina por convertirse en el circo que precede a la anarquía... o al reinado de un autócrata.

Reglas son reglas. La ley es la ley.

Lo demás es vacilada.

En pocas palabras...
“Una sociedad abierta tiene dos pilares: libertad de expresión y Estado de derecho”.

Salman Rushdie, escritor británico.

benchmark@elnorte.com

Twitter: @jorgemelendez
 

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