CRÍTICA DE LA RAZÓN CÍNICA

Un Dios ateo llamado “pandemónium” (A 30 años de su publicación)

Por Rael Salvador
viernes, 18 de septiembre de 2020 · 00:00


La navegación de “Pandemónium” (Baja Estirpe, 1990) va más allá de Marlow y, precisamente, porque detesta las brumas del autoengaño, instala su soberbio homenaje a Kurtz.

Hay que observar que, en el transcurso de “El corazón de las tinieblas”, Marlow realiza críticas severas a quienes hacen de la mentira una herramienta de uso emocional, pero al final él mismo engaña a la mujer de Kurtz, asegurando que en su último suspiro palidecen las sílabas de su nombre, cuando en realidad, de manera abrumadora y tajante, acusan el desencajado horror de la humanidad.

Similar a la testa de Kurtz, “Pandemónium” es el libro más honesto sobre la faz de la Tierra (¿Nietzscheano? En absoluto), ya que no encuentro mejor denominación para calificar la totalidad de insolencias que guardan sus “antipoemas”, libres descarrilamientos compositivos que observan el apocalipsis ciudadano en la magnificencia de su desencanto.

Al hacer trizas la cordura pastoril de las mascotas del capitalismo y desenmascarar la hipocresía nefanda de las instituciones, paso a jugar con las tristes ruinas del hombre y sus múltiples taras, incluidas las religiosas –principalmente, quizá–, para testificar a favor de la profecía de Joseph Conrad: “El siglo XX se desmoronará en su sangre amarga y padecerá en su sabia venenosa”.

En los apuntes que, en su estatus de testigo primordial, realiza Luis Pavía López en las solapas de la edición (estilizada por la grafía de Héctor García Mejía), se lee parte de la mística que guarda el filo sustancial del libro: “Abrevó en los clásicos, se inspiró en los malditos, dimitió de los tradicionales, contrastó con los contemporáneos, chocó con los técnicos y salió de esos menesteres en busca de mayores libertades, pugnando por la independencia y la individualidad. (…) Tal vez no aspire a renacer en el siglo XXI, pero busca el cambio para no perecer en el XX”.

He escrito una vez más con esa especie de desdén mordaz, mezcla de mis frustraciones y talento, porque así como sacar un “sueño” de la cabeza del hombres es obtener una cucharada de nieve cerebral, suave pista de infierno donde la moscas realizan su danza macabra; y ya entrados en materia, desear “entender” a la humanidad es como querer encontrar duendes entre la mierda. Si los dioses nos han enseñado la verdad en la escuela del dolor, que la inteligencia de sabernos “muertos” sea la venganza mórbida ante el grandioso fraude que es la vida.

Y aquí, esquizo/frenético shamán –ese viejo y dipsómano hechicero que viaja al pozo de la tiniebla y vuelve de nuevo con las perlas de la inmoralidad que había perdido en el “

Amour fou”–, me encuentro ante este enorme, incomprendido y bello catálogo de perversiones, tejido burdo de insolencias, groserías, paranoias, revelaciones y fotografías (Portada: Gabriel Ortiz /Interiores: Ricardo Magaña, Col. John Kobal, Víctor Fernández, Héctor García M., Sergio Ramos, Enrique Botello y Alfonso Cardona / Diseño editorial y edición fotográfica: Víctor Fernández, con prólogo de Miguel Ángel Osollo), me encuentro, digo, ofreciendo compostura a las primeras cuartillas de lo que será el tomo II de “Pandemónium”, ahora desversificado el oro seminal de su trama para ajustarlo al vivo telar de una láctea prosa volcánica.

Han pasado treinta años del evento, y todavía parece escucharse en la oscuridad el eco de las palabras de Olga Aragón: «… por el contenido y estilo de su poesía que golpea como martillazo en la nuca y remueve nuestros sentimientos más ocultos, se ha ganado fuertes críticas, apodos como el de “Poeta Maldito” y ha provocado incluso algunas represalias contra quienes se atreven a difundir su obra» (Diario El Mexicano).

Al reseñar “Pandemónium” en El Mirador, hasta un ex presidente municipal de Ensenada se quedó corto en florituras extraídas de las mismísimas entrañas del averno (que, en su momento, merecieron mi humilde halago). Pero dentro de toda la dulzura de los escarnios, me quedo con el de Luis Buñuel: “La multitud imbécil ha encontrado bello o poético lo que en el fondo no es sino un desesperado, un apasionado llamado al asesinato”.

raelart@hotmail.com

 

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