ALGO MÁS QUE PALABRAS

En línea con la agenda 2030

Por Víctor Corcoba Herrero*
sábado, 19 de septiembre de 2020 · 00:22

Estamos en la década de la acción. Setenta y cinco años después de la derrota nazi, la paz y la unidad son más ineludibles que nunca. Para empezar, considero que no hay otro deber más importante que tener el valor de ver nuestras propias tinieblas para que, en línea con la agenda 2030, propiciemos el cambio, empezando por reconstruir con más equidad nuestra actividad económica.

Por cierto, hace tiempo que dicha organización enfermó, hasta dejarnos sin corazón alguno. Ese calor humano interesado, no entiende de abrazos ni de compartir nada, tampoco cotiza como es natural en alma humana, debido al gran numero de necesitados.

Cada día proliferan más las políticas inhumanas, dispuestas a hacer más ricos a los que más tienen y más empobrecidos a los pobres. Desde luego, esta atmósfera vírica de desigualdades no puede ganarnos la batalla, pedimos trabajar todos unidos, por un crecimiento económico más justo, que considere en todo momento los valores humanos fundamentales, pues si vital es saber gastar, aún mejor es, no pecar de ignorancia, y ofrecer cruciales ocasiones de prosperidad compartida.

Con todo este espíritu confuso, reconozco que me desagrada observar la ausencia de ejercicio colectivo. En este sentido, hay una pasividad manifiesta que nos deshumaniza. Ciertamente, contamos con una degradación humana obsesiva, de no ver más allá del poder y de la posesión.

Algo que nos deja sin legitimidad alguna; y, lo que es peor aún, nos insensibiliza por completo, convirtiéndonos en una especie feroz, egoísta al máximo, calculadora y dominante. Por otra parte, hemos de admitir que nos falta entusiasmo para poder activar ese bien colectivo, del que todos hablan, pero que muy pocos cultivan con honestidad y honradez.

Comencemos por achicar nuestras propias miserias humanas, de forma que a ninguno le falte lo esencial para poder vivir, entonces verdaderamente injertaremos esperanza en el mundo, tan perdida en el tiempo actual, y podremos regenerar un orbe, con más poesía que poder, con más ternura que pedradas entre similares.

Por tanto, me niego a que nos continúe gobernando la dictadura de las finanzas, pues la tutela del dios dinero, no es clemente jamás, a no ser que se propaguen los recursos entre toda la humanidad, sin marginar a nadie.

Personalmente, a mi me resulta muy difícil cerrar mis labios cuando he abierto el alma como el olmo al celeste cielo. Veo que tenemos que reconciliarnos con el espíritu de la bondad, y practicar la virtud de donarse sin venderse. No pongamos precio a vida humana.

Quitemos el derroche de nuestro diario de vida. Proporcionemos alientos de amor y verdad, principalmente en los aspectos relacionados con la educación, la salud y la buena gobernanza. No vayamos a hacer carrera sanguinaria. Sin duda, todos podremos hacer más y mejor, comenzando por proteger lo más inmediato a nosotros, nuestro propio entorno. Las sociedades cohesionadas son las que verdaderamente avanzan.

Necesitamos prepararnos en la búsqueda de otros horizontes más sensibles con el ser humano. Generemos inmunidad interior. Comencemos por romper tantas cadenas impuestas, estimulando la producción solidaria del acompañamiento, sobre todo en relación con los más vulnerables.

*Escritor

corcoba@telefonica.net

 

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