DÍA DEL SEÑOR

XXV Domingo Tiempo Ordinario Ciclo A (Mt 20, 1-16)

“Los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos” Por Carlos Poma Henostroza
sábado, 19 de septiembre de 2020 · 00:21

El Evangelio de este día nos habla de la parábola de los trabajadores contratados a diferentes horas del día, los cuales terminan todos recibiendo el mismo salario. Hubo un grupo que comenzó a trabajar a primera hora de la mañana; otro, a media mañana; otro, al mediodía; otro grupo a media tarde, y un último grupo que sólo comenzó a trabajar al final de la tarde. Lo sorprendente de la historia, es que todos recibieron la misma cantidad de dinero.

Jesucristo, quien es el dueño de la siembra y quien cuenta la parábola, no nos explica el porqué de esta aparente “injusticia”. Por ello, para analizar y comprender el mensaje escondido en este relato, debemos darnos cuenta de que el Señor no está pretendiendo darnos una lección socio-económica sobre la moral del salario, sino que nos está dando a entender que El, Dueño de la viña, Dueño del mundo por El creado y Dueño también de nosotros, que puede arreglar sus asuntos y sus “salarios” como El desea y como mejor le parezca.

La parábola tampoco es para estimular a los flojos a que no trabajen o a los tibios a que dejen la conversión para última hora. Más bien nos indica que Dios puede llamar a cualquier hora: a primera hora del día, o a la última, al mediodía o cuando sea. Nos enseña, también, que al momento de ser llamados, sea la hora que fuere, debemos responder de inmediato, sin titubear y sin buscar excusas.

La parábola también es una advertencia contra la envidia, ese pecado tan feo, que consiste en el deseo de querer que lo bueno de los demás no sea para ellos sino para nosotros. El Señor advierte a los trabajadores envidiosos que reclaman: “¿Vas a tenerme rencor porque Yo soy bueno?”.

Dios no admite envidia o rivalidad entre sus hijos. Nada de codiciar lo de los demás. Mas aún, Dios desea que gocemos del bien de los demás como si fuera nuestro propio bien. De lo contrario, estamos pecando de envidia, ese pecado escondido, más frecuente de lo que creemos. Quizá hasta lo cometemos sin darnos cuenta, porque creemos que es un derecho pensar con envidia.

¿Qué significado tiene esta que los últimos serán los primeros? No dice que los últimos son los únicos que van a llegar y que los primeros no llegarán. Simplemente invierte el orden de llegada. Así que el más importante significado es que todos, vamos a llegar. Dios ofrece la salvación a todos: recibe a los pecadores o incrédulos convertidos en la madurez de sus vidas. Pero eso no quiere decir que los que han vivido unidos a Él desde su niñez o su juventud van a quedarse fuera. Al contrario, los está sosteniendo con sus gracias todo ese tiempo.

Hay personas que han sido fieles al Señor desde la primera hora, deben alegrarse por los de las últimas horas. Alegrarse, porque son almas que recibirán la salvación. Y alegrarse también los de última hora, porque los tempraneros han tenido la oportunidad de servir al Señor casi toda o toda su vida. Todas ésas son enseñanzas que se pueden extraer de esta parábola.

Dios que sale una u otra vez, y otra, a contratar jornaleros para su viña, para que no haya desocupados en este Reino suyo que trae la salvación universal. Nadie, al final de los tiempos, podrá decir que no fue llamado por Dios. Es cierto que esa llamada puede ocurrir en las más diversas circunstancias, en las épocas más dispares de la vida. Pero nadie, se podrá quejar de no haber sido llamado a trabajar en la tarea de extender el Reino. Podemos afirmar, incluso, que esa llamada se repite en más de una ocasión. Hay momentos en los que uno parece haber perdido el rumbo y de pronto comprende que su camino se está desviando. Resuena entonces, de forma indefinida quizá, la voz de Dios para indicarnos que hay que recuperar el rumbo perdido.

Que amor de Cristo, los acompañe, proteja y bendiga siempre.

cpomah@yahoo.com

 

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