BENCHMARK

Egocracia

Por Jorge A. Meléndez
martes, 22 de septiembre de 2020 · 00:00

“No, señor Presidente. Usted dijo que todos. Yo quiero firmar aunque sólo sea como testigo de esta extraordinaria decisión. Luis Barrera González se puso también de pie y dijo: pido un aplauso para este gran Presidente. El grupo aplaudió de pie. Sentí que era una hipocresía de mi parte imitarlos y permanecí en mi silla”.

Parte del gran artículo de Adrián Lajous que reseña la reunión de gabinete ampliado donde José López Portillo les informó que iba a nacionalizar la banca al final de su sexenio, en 1982.

Un artículo tristemente valioso para nuestros tiempos.

El Director de Bancomext fue, junto con Miguel Mancera de Banxico, el único funcionario que opuso públicamente a esa decisión de un Tlatoani desesperado que buscaba un chivo expiatorio -los banqueros- para justificar los terribles errores de su gobierno.

Y, OJO, como el mismo Lajous advierte, no defiendo a los banqueros o a la fuga de capitales. Para nada. Pero la culpa estaba en otro lado.

“Para mí era claro que el principal responsable de la fuga de capitales era el gobierno. El verdadero móvil de José López Portillo era calmar sus angustias existenciales”, explica.

Pues sí, los grandes errores y sus terribles consecuencias generan angustias existenciales en la política, los negocios o la vida. La disonancia que provoca el choque entre la visión “transformadora” del líder inepto y la inamovible y dura realidad.

Escapismo, redoblar apuestas perdedoras o tomar medidas radicales son, a fin de cuentas, respuestas más convenientes para un jefazo que se cree infalible.

Lajous y Mancera siguieron su conciencia, le hicieron caso a su experiencia. No se sumaron a la manada de vítores de los lambiscones de la corte del rey desnudo. Y, claro, esto les costó.

Les costó sus puestos. Les costó las críticas del sistema.

Pero ellos sabían del riesgo de la “egocracia”. De cuando lo único que cuenta son los caprichos, creencias y fantasías de un líder poderoso que tiene malas ideas.

Sabían que decirle que sí a todo a este tipo de jefazos puede ser el inicio del mal.

Como bien asegura Philip Zimbardo en su libro “El efecto Lucifer”, el mal muchas veces no se da por casualidad, sino por la interacción de personas, situaciones y sistemas.

Olvídate pues del villano malévolo, aunque a veces existan. Lo que realmente asusta es que personas comunes y corrientes terminen siendo malosos al aceptar los 7 procesos que socializan al mal:

1. Dar un pequeño primer paso sin pensarlo mucho.

2. Deshumanizar a las personas.
3. Olvidar la identidad individual (el anonimato como arma).

4. Perder la responsabilidad individual. Porque, OJO, es más fácil corromperse en un grupo.

5. Obediencia ciega a la autoridad. Ve por ejemplo en nuestros sitios el dramático video del experimento de Milgram: personas comunes dando shocks eléctricos mortales a extraños.

6. Conformidad sin crítica a normas grupales.
7. Tolerancia pasiva del mal por indiferencia y ausencia de acciones.

Me detengo en este último punto. Porque no hay mayor indiferencia del que calla cuando presencia algo que está mal.

Que prefiere la porra al Tlatoani que advertirle su error. Que prefiere quedar bien al insulto o amenaza mañanera.

Callar ante el mal es ser parte del mal. Esto es aplicable para cualquiera, pero más aún para los miembros de la corte.

Para todos y todas los que están cerca del jefe (o Presidente) que comete una pentontada o una injusticia. Sobre todo para los pocos que saben. Porque este tipo de líderes casi siempre se rodean de peleles y porristas. Prefieren la “lealtad” a la experiencia.

Repelen al talento, les provoca urticaria.
El que habla en esas circunstancias es en realidad un héroe.

“La clave del heroísmo es actuar cuando otros son pasivos y hacerlo desde una perspectiva social y no individual”, advierte Zimbardo.

Como bien concluye el profesor, al enfrentar situaciones donde existe el mal hay 3 caminos: participar y ser un instrumento del mal, no hacer nada y ser culpable por omisión o hablar... y convertirse en un héroe.

Así de fácil. Así de difícil.

En pocas palabras...
“Destruye la semilla del mal o ésta crecerá hasta arruinarte”.

Esopo

benchmark@elnorte.com 

Twitter: @jorgemelendez


 

...

Comentarios