LA COMEDIA POLÍTICA
Lo que no viste del grito
Por Dan TEran las 10:45 de la noche en Palacio Nacional. Al presidente se le veía, ansioso, nervioso, como quien va a comprar por primera vez condones. Ya le urgía llegar al balcón central y lanzar los vivas a la patria ante miles de mexicanos que lo ovacionarían y le agradecerían todo lo que ha hecho por el país. El presidente se mordía las uñas de la ansiedad, pero su esposa no salía. Desesperado, entró en la presidencial recámara:
ANDRÉS: ¡Bety!, ¡ya vámonos!
BETY: ¡Ya voy! Me están terminando de peinar.
ANDRÉS: ¿Y ese milagro?
BETY: ¿¿¿QUÉ???
ANDRÉS: No, digo, que qué milagro que los Pumas van de súper líderes y además invictos.
BETY: Ay, grosero. A ver, cierra los ojos.
ANDRÉS: Los tengo cerrados desde que empezó el sexenio.
BETY: Ya, ábrelos. ¿Qué te parece mi vestido?
ANDRÉS: ¡Ay, en la ma. ravilloso, mi amor, maravilloso! ¿Así te vas a ir a la ceremonia del Grito de Independencia?
BETY: ¡¡¡Sí!!! ¿Que acaso no te gusta?
ANDRÉS: No, no, ¡cómo crees! ¡Para nada es eso! Lo que pasa es que, bueno, pues yo pensé, yo creí, me imaginé.
BETY: Dime la verdad: ¿me veo gorda?
ANDRÉS: No, mi amor, te ves dulce.
BETY: ¿En serio? ¡Ay, qué lindo! Nunca me habías dicho que me veo dulce.
ANDRÉS: Sí te ves tan dulce como un capuchino grande con caramelo y chispas de chocolate. Y el cabello, pues, obvio es la crema batida.
BETY: Ay, Andrés, tú siempre tan romántico.
ANDRÉS: Bueno, ya vámonos, pero trata de no pararte frente a las cámaras, ¡eh! Es que, es que, es que me dan celos. Eso: me dan celos de que te vean tan guapa.
BETY: Bueno, pero entramos de la mano, como si fuéramos los reyes de México.
ANDRÉS: ¡No, no le hagas! Vayan a pensar que vamos juntos.
BETY: Pues es que sí vamos juntos, mi amor.
ANDRÉS: Sí, ¿verdad? Bueno, pues vamos.
BETY: ¿Y ya sabes qué vas a gritar?
ANDRÉS: Pues, mira, si pude controlar el grito cuando vi tu vestido, seguro puedo echarme un grito emotivo y patriótico delante del millón de persona que estarán en el zócalo.
BETY: Andrés, ¿ya se te volvió a olvidar que hay una pandemia allá afuera?
ANDRÉS: ¿Y eso qué?
BETY: Pues que por la sana distancia, nadie puede venir.
ANDRÉS: ¿Cómo que nadie? ¿A poco le tienen miedo todavía al bicho ese? Yo ni cubrebocas uso y no me ha pasado nada.
BETY: Pues sí, mi amor, pero tú eres un súper hombre. Eres el nuevo Juárez, el nuevo Madero, el nuevo Cárdenas.
ANDRÉS: Bueno, pues eso sí. Pero, entonces, ¿ahora qué hago con los vivas que tenía preparados? Hasta a Felipe Calderón le iba a echar un viva por ser el tema principal de mis conferencias mañaneras.
BETY: Pues no, mi vida, guárdate tus vivas para otro día porque no va a haber nadie que te conteste. Diles que viva el amor al prójimo o alguna tontería así, al fin y al cabo que allá afuera está vacío y los pocos que te van a ver en sus casas, ya van a estar borrachos.
ANDRÉS: ¿Te pido un favor, Bety?
BETY: Sí, mi vida.
ANDRÉS: Adelántate al balcón para que todos vean tu vestido. Lúcelo como si fueras modelo. Mejor que hablen de tu vestido que de mi grito.
BETY: Ay, Andrés, eres un romántico.
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