LA COMEDIA POLÍTICA

¿Para qué sirve el Informe?

Por Dan T.
jueves, 3 de septiembre de 2020 · 00:29

Antier presentó su ¿cuarto?, ¿quinto? ¿vigésimo octavo? Informe de gobierno el presidente cabecita de algodón. Oficialmente es el segundo, pero entre que da conferencias todos los días y que está obsesionado con dar informes de gobierno, yo creo que ni el propio Andrés Manuel López Obrador sabe cuántos lleva.

Me imagino al presidente todas las mañanas despertando muy temprano en Palacio Nacional. Abre sus ojitos tabasqueño, voltea al otro lado de la cama y se pega un susto tremendo, lo que le permite levantarse corriendo para llegar --sin bañarse por supuesto-- a la junta de seguridad que lleva a cabo todos los días y que sirve tanto como un condón roto. ¿O acaso alguien en serio me va a decir que ha bajado la inseguridad con este gobierno?

Al terminar la reunión de seguridad, el amado líder se escabulle a su biblioteca en la que las paredes están repletas de libros que jamás ha leído. Y ahí, en un pasaje secreto que seguramente construyó Francisco I. Madero porque era muy paranoico, ahí tiene un espejo encantado al que todas las mañanas le pregunta: “Espejito, espejito, ¿quién es el mejor presidente de la historia de México?”. Y el espejo le responde: “El pejito”.

Eso le basta y sobra a AMLO para salir todas las mañanas a decirle a México y al mundo que vamos muy bien, aunque estemos muy mal; que estamos salvando a Pemex, ahorcándolo; que estamos pensando en el futuro, pero de los hijos de Manuel Bartlett; que somos un país más seguro aunque no lo quieran creer los 27 mil ejecutados en lo que va del sexenio; y que ya acabamos con la corrupción, con todo y que ¿ya mencioné a Bartlett?

Hace algunos años, el día del informe era el Día del Presidente y también era el Día Más Aburrido del Año. Me acuerdo que nos daban el día en la escuela, pero no servía de mucho porque en la televisión lo único que había todo el maldito día era el informe. La televisión tenía una cámara y un reportero en la propia casa presidencial y mostraban al presidente con su familia, con el traje negro súper bien planchado y la banda tricolor al pecho. Me acuerdo que esos grandes periodistas le hacían al presidente preguntas súper difíciles: “¿Qué desayunó hoy, señor presidente?”, “¿está usted listo para dar su importante mensaje a la Nación?”, “¿cree que México está listo para que mañana salga el sol?”. Igualito que Lord Molécula, pero sin el bigotito.

Y luego pasaban todo el recorrido desde Los Pinos o Palacio Nacional hasta la Cámara de Diputados. Y entonces empezaba el discurso presidencial que podía durar tres, cuatro o cinco horas. Me acuerdo que siempre me preguntaba: ¿y no les dan ganas de ir al baño? Supongo que sí les daban, pero se aguantaban, porque eran más grandes sus ganas de hablar, hablar, hablar y hablar sin que nadie los interrumpiera y que, además, les aplaudieran. Como cualquiera que haya estado casado, pues.

Ahora las cosas son muy distintas, pero no necesariamente mejores. Ahora el informe se entrega por escrito y, aunque no es necesario y nadie se lo pide y a nadie le importa, el presidente López Obrador se aventó un mensaje a la Nación y a su dedo, porque tendrá que darlo sin público porque seguimos en pandemia.

¿De qué nos sirve todo ese show? Absolutamente de nada, porque ya ni siquiera es día de asueto.
 

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