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Anti-reforma energética

Por Jorge A. Meléndez Ruiz
martes, 8 de septiembre de 2020 · 00:16

Andrés Manuel promete (aunque es más bien amenaza) una contra-reforma para la “transformación energética” de México.

Los últimos 2 años demuestran a donde irá este sinsentido: a darle más fuerza a Pemex y a CFE. Y, en el camino, a enterrar nuestro potencial energético y afectar de pasada al ya de por sí jodido crecimiento económico al que nos tiene condenados la 4T.

Empecemos por lo básico. Una reforma energética positiva debe:

1. Asegurar suficiente electricidad, gas, petróleo, gasolina y diésel para sostener los requerimientos de industria, servicios, comercio y hogares. Porque sin energía no hay crecimiento. Y aunque no le guste Presidente: sin crecimiento no hay desarrollo.

2. Generar energía a precios competitivos. Para que la industria compita y exporte, y para que los mexicanos no gasten su plata en energéticos caros.

3. Promover generación y uso de energías limpias. Tanto para cumplir compromisos internacionales como para cuidar nuestra salud.

4. Incorporar al sector privado con reglas claras, justas y un piso parejo. Son aliados para el desarrollo, no enemigos.

5. Mantener (y, si se puede, crecer) la renta petrolera que recibe el erario y que aún representa la sexta parte de los ingresos del gobierno.

6. Utilizar el recurso público eficientemente, promoviendo empresas del estado delgadas y productivas.

Partir de estos objetivos es clave. Como le dijo el gato a Alicia en el país de las maravillas: si no sabes dónde vas, entonces elige el camino que quieras. Total, qué importa.

Tristemente, el camino energético elegido por AMLO no lo define por un análisis racional. Para nada. Lo definen ideologías setenteras y añoranzas de un pasado dizque glorioso.

Sin duda, revisionismo histórico en su máxima expresión. Porque esa “época dorada” de Pemex y CFE fue la que llevó a estos dinosaurios al desastre operativo y financiero que hoy sufren.

La reforma energética de Peña -con todo y sus bemoles y actos de corrupción- fue una manera para buscar salvar a Pemex y CFE. Sí, así como lo digo: buscaba salvarlos, no matarlos.

Para buscar un esquema que -sin sacrificar los 6 puntos clave- sometiera a las paraestatales a una competencia que las transformara. Que las hiciera más eficientes.

La competencia nunca estorba. En los negocios, en la vida, en la política... o en una paraestatal. La competencia promueve la eficiencia. Ante la competencia, o te transformas o te achicas.

OJO, que quede muy claro: todo esto no significa que acepte la corrupción o la ineptitud. O que defienda a Peña. ¿Hubo abusos? Que se castiguen, pero ya.

Presidente, para que entienda se lo pongo en términos beisboleros: no hay que quitar la vista a la bola. A los objetivos clave.

Eso es lo que cuenta. En cambio, la dirección de la 4T es patéticamente inoperante. Tomemos a Pemex:

a. No han podido subir la producción petrolera. Promedia apenas 1.7 millones de barriles diarios. Como punto de referencia, el año pasado Chevron produjo 82% más petróleo con apenas el 38% de los empleados. Así de gorda está Pemex.

b. El programa de modernización de las refinerías tampoco ha funcionado. Su utilización de capacidad sigue estancada en cifras cercanas al 35%. Ah, y siguen contamine y contamine.

c. A pesar de recibir una inyección extraordinaria de 10,000 millones de dólares (mmdls) para bajar su deuda, ésta se incrementó en 2,358 mmdls. Realmente de locos.

Por esto y más, Pemex sigue siendo la amenaza financiera más grande para nuestro país. La deuda soberana de México está destinada al grado basura. Es cuestión de tiempo.

CFE va por el mismo camino. Aunque carece de recursos y produce luz cara, sigue empeñada en sacar a la IP a patadas de la generación de energía competitiva. Y, peor aún, de producir luz limpia.

No hombre, lo de las pensiones de CFE es para no creerse. Poco a poco, los gobiernos anteriores le fueron quitando piquitos a su contrato colectivo. Bajar 10 años la edad de retiro en CFE es terrible.

Perdón, pero la anti-reforma energética de AMLO es una catástrofe en puerta. Espero equivocarme. Tristemente, lo dudo.

En pocas palabras...

“El desastre de uno es el discurso de otro”.

Henry Rollins, artista estadounidense.

benchmark@elnorte.com 

Twitter: @jorgemelendez

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