LA MARAÑA CÓSMICA

No existe evidencia que la mutación afecte a las vacunas

Por Dr. Rolando Ísita Tornell*
lunes, 25 de enero de 2021 · 00:00

Un componente de la evolución es que las especies, en su adaptación a los retos que les impone la naturaleza, mutan, algo de su integridad original va cambiando.

La pigmentación de la piel de la especie humana es un ejemplo ilustrativo, la estructura de la melanina cambia, se ha ido adaptando para resistir los retos del medio ambiente (humedad, sequedad, temperatura o la incidencia de los rayos solares según los filtra más o menos la atmósfera respecto a la altura y la composición de esta). Esos cambios, ya lo hemos comentado varias veces, son en poblaciones no en individuos, y tienen lugar a lo largo del tiempo y varias generaciones.

En el largo texto compuesto de cuatro letras (que representan estructuras moleculares) cada célula que surge funciona y muere hace copias para replicarse. Ese paquetito azucarado de cada una contiene en su núcleo las instrucciones del sistema operativo. Una mutación es algo parecido a cambiar una palabra, una coma, una frase u oración del texto.

Los virus contienen también su código, el texto de su sistema operativo. El humano tiene las letras CGTA y coronavirus SARS_Cov2, en particular, tiene una U (del compuesto Uracilo) en vez de la T (Timina) de las células humanas. De las especies, los virus carecen de la capacidad de replicarse, requieren del texto de las células para replicarse. Usurpan la maquinaria genética del invadido y la ponen a trabajar para la suya. Al hacerse las “copias” se cometen errores… ¡esas son las mutaciones!

Identificar todo el texto contenido en una cadena de ácido nucleico (ADN o ARN) y qué función representa cada palabra no es cualquier cosa, es más o menos equivalente a todas las letras y palabras contenidas en todos los tomos de la Enciclopedia Británica o la Hispanoamericana (que además se actualizan cada año).

Desde el conocimiento de la estructura molecular del ADN hasta obtener el genoma humano tuvieron que pasar 63 años de intensa investigación mundial (la ciencia es una, señora Buylla) para tener los 3 mil 200 millones de pares de bases de ADN y sus ~25 mil genes.

A Coronavirus SARS_Cov2 se lo identificó a finales diciembre de 2012, para febrero o marzo ya reportaban los investigadores su código genético, su parecido al del murciélago, al del pangolín que sólo se parecen pero no es el mismo. Antes de la mitad del 2020 ya leía yo azorado la decodificación de la terrible y eficiente espiga del bicho, que despliega como monstruosa bocota que se adhiere a la cerradura de la célula (la proteína ACE2), la abre y difunde adentro su código genético apropiándose del ADN de la célula, la esclaviza a reproducir cientos de más virus hasta que ésta muere, y así hacen cada uno con las de junto.

A nadie (con información confiable que no abunda) debe sorprender, entonces, que en medio de cientos de miles de millones de copias que las células hacen del coronavirus no haya errores que devienen en mutaciones, de ahí que la vacuna de Influenza del año pasado no sirva para el siguiente, por ejemplo. Hay que hacerle ajustes por la mutación.

Se agradece que los investigadores den a conocer sus hallazgos al público no especializado, inclusive ahora que se han saltado sus propias reglas de no difundir sus hallazgos hasta que sus resultados no sean revisados por otros investigadores, confirmando la consistencia de éstos, “revisión por pares”. Han informado que hay una nueva variante del virus, ¡no es otro virus! ¡no es otra cepa!, que la variante es más infectiva, la velocidad de transmisión, de los contagios es más rápida… Pero hasta ahí.

Para nuestra fortuna no toda la prensa es zafia, existe información confiable de las variantes detectadas en Reino Unido, en Sudáfrica y en Brasil que se han extendido a otros 50 países y que hay miles de diversas versiones de Covid-19 que no son importantes. Hasta ahora no se ha demostrado que afecten la eficacia de las vacunas que ya se están inoculando.

*Comunicación de la Ciencia DGDC UNAM-Ensenada

risita@dgdc.unam.mx

 

...

Comentarios