ECONOMÍA Y POLÍTICA

Populismo

El populista es un criminal que destruye la dignidad del ciudadano presentándose en el empaque de un perverso encantador Arcángel Rojo Por Rolando Daniels Pinto
lunes, 25 de enero de 2021 · 00:00


El populismo no es una propuesta política ni económicamente estructurada, por ello puede transitar con tranquilidad desde la izquierda hasta la derecha. En cambio, el populismo puede clasificarse como una perversidad encantadora, porque está diseñado para obnubilar la inteligencia y la racionalidad.

La ventaja competitiva del discurso populista es su capacidad para abstraer de la despreciable realidad a sus desesperados receptores, haciéndoles creer que existe una realidad alterna y mágica posible de alcanzar tan solo con desearla y argumenta que la triste realidad del momento fue construida por gente malévola a la que se debe defenestrar porque atenta contra esa mágica realidad prometida y añorada.

Tan potente es el discurso populista, que ciega hasta gente con alto nivel de formación profesional, pero carente de una sólida capacidad de comprensión sobre las causas de fondo de la realidad política, económica y del entorno global de los problemas, creyéndose el cuento de poderse solucionar todo internamente tan sólo con honestidad y el amor al pueblo; el populismo por definición es autárquico.

Además, el populismo no construye, sino pretende destruir cuanta liga con el pasado inmediato exista, porque en su visión, ese es el origen único y absoluto de los males presentes de la sociedad, por ello se debe combatir y exterminar todo aquello que sea ajeno a su indefinida, oscurantista y mediocre postura.

El populismo no tiene una propuesta política ideológica definida, porque de tenerla, sería sujeta a debate, al análisis crítico y la confrontación racional; en cambio, a la promesa ambigua de felicidad y bienestar nadie la combatiría nunca. ¿Quién en sus cinco sentidos se opondría a ser feliz y a vivir bien?

El populismo tampoco tiene una propuesta económica formal, porque no le interesa la óptima asignación de los recursos escasos, ni la eficiencia en la producción y distribución de los satisfactores, tampoco proteger la planta productiva y sus empleos; al populismo sólo le importa repartir dádivas.

El populismo no está interesado en construir ciudadanía, porque corre el riesgo de enfrentarse a una masa con capacidad crítica y sentido de pertenencia, con respeto suficiente a la dignidad propia y social como para rechazar el confort de recibir dádivas y prefiere vivir con la dignidad de su talento y trabajo.

El populismo aborrece la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento, porque se mueve como pez en el agua en el oscurantismo e ignorancia, en el pensamiento anacrónico y arcaico, así como en la práctica de la dependencia social, que acostumbra a la gente a la constante espera en la solución de sus problemas, lo cual nunca sucede, pero es la mágica esperanza que vende para perpetuarse.

Por lo anterior, el populista evita el debate que implique alta racionalidad, prefiriendo el simplismo para descalificar todo discurso que no sea la palabra “del pueblo” al que a través de líderes sociales a modo busca mantenerlo ignorante, mediocre y recibiendo dádivas que perpetúan su miseria, pero que llenan de dinero las talegas de sus panegiristas a los que compra acomodándolos en sitios de privilegio.

El populista fustiga a quienes trabajan y tributan, pero rechazan que sus contribuciones ambiguamente se etiqueten como “dinero del pueblo” y bajo esa falacia se despilfarren en programas electoreros para atraerse votos perpetuando clientelares condiciones de pobreza y marginación o mantener haraganes.

En resumen, el populismo no es una propuesta política, económica o social; tampoco es una alternativa para construir una comunidad progresista; lejos de ello, destruye el tejido social polarizando a sus individuos, portándose autoritario y despótico con sus críticos a quienes trata como enemigos; pero lo que sí es el populismo, es la peor desgracia que le puede suceder a un país y ejemplos de ello sobran.

FB: Rolando Daniels Pinto

Twitter: @DanielsRoly
 

 

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