DESDE LA BANQUETA

Lectores inconformes 2 de 2

Por: Sergio Garín Olache
lunes, 11 de octubre de 2021 · 00:00

La primera literatura latinoamericana estuvo volcada sobre nosotros mismos con el tema indigenista y de nuestra tierra. En Latinoamérica, la noción de “regionalismo literario” se aplica a dos corrientes literarias: la literatura de una cierta región con sus localismos, por una parte, y la llamada “novela regional” o “regionalista” que incluye la narrativa indianista e indigenista.

El apogeo de esta última corresponde a las primeras tres décadas del siglo XX. Se enfatiza el hecho de que la novela regional o regionalista, al contrario de la literatura local de una región, es una representación simbólica y, en este sentido, representa una alegoría nacional de un país determinado.

Hubo escritores en las décadas de los años cuarenta y cincuenta del siglo pasado que se enfrentaron a esa corriente del pensamiento literario y se abrieron a las distintas influencias extranjeras más cosmopolitas para abrir su imaginación a la nueva creación literaria que intentaban hacer.

Los escritores de la corriente del Boom Latinoamericano de los años sesenta también dieron la pelea ideológica contra la literatura del movimiento indigenista, en donde el protagonista principal era el paisaje, una literatura que está muy apegado a la tierra, a las pequeñas comunidades indígenas cuya vida intenta describir, utiliza un español que está muy marcado por las culturas indígenas, esto se traduce en rechazo de estos escritores a toda influencia extranjera.

El nicaragüense Rubén Darío, padre del modernismo es todo un fenómeno de la naturaleza casi inexplicable, se merece un texto en exclusiva y con mucho respeto para otra ocasión.

Jorge Luis Borges fue el máximo representante de esa actitud de estar abierto a todas las influencias, a todas las lenguas, a toda la literatura universal que consideraba como original e importante. La presencia de Francia, España, Inglaterra y los Estados Unidos había sido muy importante a principios del siglo XIX cuando se intenta la novela Latinoamericana y los escritores indigenistas reaccionan contra eso, rechazan esas influencias y proponen una literatura basada en el mundo indígena.

La actitud de estos escritores implica un desprecio de la problemática formal, de la lengua, de los modos de contar, de los modos de escribir de AUTORES PARTICULARES de otros países -este texto se empieza a parecer a los gustos de las mañaneras de López Obrador- ¿Ofrezco perdón?

Es muy difícil sustraerse de la política a los escritores latinoamericanos para concentrarse en su obra solamente, la historia latinoamericana es una historia de golpes de estado, conspiraciones militares y gobiernos de dictadores.

En México tuvimos una dictadura de partido único por muchos años, hoy existe nostalgia desde el poder por regresar a esos tiempos de gloria de los jefes revolucionarios y, la narrativa perversa o estúpida de la interpretación de los hechos históricos que viene desde el triunfo de la llamada revolución mexicana en donde se les enseña a nuestros niños y jóvenes a ser perdedores crónicos, no podemos incluso responder a la sencilla pregunta de qué somos los mexicanos.

La buena literatura crea lectores incómodos, lectores que no están de acuerdo con el mundo tal como es, aunque no sepan bien a bien aquello que les incomoda, que les provoca una rebeldía frente a la realidad.

Yo siempre he pensado que si el ideal de una sociedad es tener ciudadanos críticos, esos ciudadanos -no tengo duda- de que son muy buenos lectores de literatura y tarde o temprano la mejor literatura es un peligro para el poder.
 

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