GENIO Y FIGURA

Despertar entre Dr. Jekyll y Mr. Hyde

Por: Gaby Vargas
sábado, 2 de octubre de 2021 · 00:50

¿Cómo reaccionas cuando llegan los problemas y los retos, cuando tu seguridad, relaciones o trabajo son amenazados de alguna manera? El escritor escocés Robert Louis Stevenson en su famosa novela Dr. Jekyll y Mr. Hyde, escrita en 1886, describe la capacidad inherente a todo ser humano de responder a los vaivenes de la vida de forma tranquila y generosa, o bien, como un monstruo iracundo e irracional.

La mente egoica es básicamente igual en todo ser humano; por ello podemos afirmar que en cualquiera viven los dos personajes creados por Stevenson. Uno de ellos es reactivo, controlador y respondón; el otro, más abierto, franco y comunicativo.

Es curioso que cuando conocemos a alguien que, bajo alguna presión, actúa al estilo de Mr. Hyde, colérico y fuera de sí, se vuelve difícil concebirle como una persona consciente, educada o controlada.

Solemos quedarnos con la primera impresión que recibimos.

Y aunque no se comporte siempre así y sea por lo regular bondadosa o amable, simplemente no vemos su lado “bueno”, la impronta de su actitud inicial queda tatuada en nuestra memoria.

El hecho es que ningún ser humano es de una sola pieza, todos fluctuamos consistentemente entre ser Dr. Jekyll y Mr. Hyde, tanto en la cotidianidad como en nuestro proceso espiritual. Consciente o inconscientemente vamos y venimos, aunque nos arrepintamos después. Pero partamos del hecho que todo lo que nos sucede es, en potencia, un gran catalizador para nuestro despertar.

Imagina una línea horizontal que marca el acontecer diario. Un vaivén que fluye de izquierda a derecha sin cesar entre el temor y la tranquilidad, entre el control y la rendición, entre la resistencia y la aceptación, entre recordar el pasado e imaginar el futuro; entre estar en calma o reventar, en especial cuando los retos aparecen.

La vida siempre nos ofrece las dos opciones. Hasta que un día el dolor o el temor tiran de manera intensa hacia una nueva dirección y esa experiencia se convierte en un umbral para descubrir otra dimensión: la vertical. Esa sería la verdadera misión que tenemos en esta Tierra, que nuestros retos impliquen un gran despertar -de lo contrario, todo carecerían de sentido.

Lo más importante de cada desafío no es la acción que tomemos a partir de él, si bien, al principio la reacción natural puede darse desde el temor, la incertidumbre o la sobrerreacción. Lo importante es percatarnos de nuestro estado de conciencia al transitar el camino y obtener un aprendizaje de cada situación.

¿Por qué no utilizar los tiempos que nos han tocado vivir repletos de incertidumbre, amenazantes en muchos modos, con enfermedades y desastres naturales cada día más frecuentes -los cuales, desde una perspectiva superior, podrían ser parte de la evolución humana-, como una oportunidad para conectar con la ruta vertical?, es decir, con algo superior, más allá de nuestra tercera dimensión, algo más sabio que nosotros para abrir la conciencia y preguntarnos: “¿qué tengo que aprender de esta situación?”.

Quizá cuando algo sucede es simplemente porque era necesario. ¿Lo hemos provocado? No siempre sabemos. Lo cierto es que resistirnos a los cambios, ya sea en el nivel personal o el colectivo, sólo nos estanca y es infructuoso.

Ser amigo del presente, sin importar la forma que éste tenga, es el camino de la aceptación y, por ende, de la liberación. Aceptemos la posibilidad de que en cada uno de nosotros habitan Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Optar por el crecimiento diario es lo único que una vida feliz nos ofrece.
 

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