¿Qué les estamos enseñando?

Esta simple pregunta lleva muchas connotaciones y gran trascendencia y depende de dos vertientes. La primera por parte del educador, el cual dará lo que su mente contenga, trasmitirá su acervo, bueno malo o regular y la calidad y cantidad de la misma, dependerá de circunstancias del momento.

La segunda, por parte del receptor o educando, este tiene menos agravantes que el primero, ya que entre más joven, es más receptivo y está menos viciado, los atributos para él son adecuados para el beneficio a su persona.

El educar, va desde el momento que tenemos la oportunidad de tenerlos a la mano y que comienza a interactuar con su entorno y esto es tan pronto, como desde los primeros meses de la vida. Para muchos, la influencia que podamos depositar en el educando, va desde su etapa gestacional, eso, puede ser programación (auditiva, táctil, emocional, etcétera), que también es una forma de educar.

Obvio que la pregunta aplica en todos los entornos de esos noveles seres que son los hijos, niños, alumnos o como queramos llamarles, no obstante, esa pregunta me la hago en relación a los estudiantes de medicina, me preocupa en especial porque es una de mis principales áreas, es en lo que me he desenvuelto la mayor parte de mi vida y me preocupa qué clase de profesionales de la medicina se están gestando.

En verdad, yo no tengo mucha relación con esos grupos etarios, mis grupos de relación son mayores y muchos de ellos, profesores de aquellos futuros galenos. En diversas oportunidades de pláticas en muy diversos entornos, se aprecian diversas facetas de las características de dichos jóvenes, así como de lo que el educador trasmite, ya sea de su libre albedrío o censurado por los cánones de la institución, ya sea educativa o asistencial.

Las instituciones educativas, si son públicas, buscan su éxito en el mayor número de titulados con el más bajo costo posible ¿y la calidad?

Las instituciones privadas, basan su éxito, igual que con el público tanto en el número de titulados, como con un bajo costo pero con la mayor ganancia económica posible y repito la pregunta ¿y la calidad?

El porcentaje de ingreso a las especialidades médicas, puede ser un indicador de la calidad del producto educativo, sin embargo el que un muchacho ingrese o no, depende de otras muchas variables. Hoy por hoy, la carrera de medicina no se limita a tan solo 5 ó 6 años, desde hace muchas décadas, la inversión es de 10 o más años para lograr un producto educativo de calidad.

La cantidad de jóvenes que no logran continuar su proceso educativo es tremendamente alta y todos esos jóvenes buscan ubicarse en el campo laboral y son presa fácil de explotadores que los obligan a vender sus productos y si aunado a ello aprendieron a recetar más que a tratar los problemas, menudo problema tenemos.

Es innegable el gran beneficio que otorga la farmacología, no obstante, ahora se usa en forma indiscriminada y para todo y entre más caro, múltiple y nuevo, “es mejor”, qué gran mentira. El tratar un proceso requiere de todo un arsenal terapéutico y no solo es químico. Solo como ejemplo: hay procesos que con solo escucharlos, son resolutivos, no se diga más si lo oriento y hacemos consciente al paciente, eso, en muchos casos, cura el proceso.

Hoy, los pacientes acuden a donde tienen o pueden consultar, muchos reciben fármacos, otros estudios y los menos reciben tiempo, el doliente requiere comprender su proceso, requiere aprender de quien supuestamente sabe, lo que le dará tranquilidad y eso por sí mismo, ya es parte del proceso curativo.

Hago votos porque a los nuevos estudiantes se les enseñe a ver, oír, palpar, pero lo más importante, sentir y entender a sus pacientes y que los educadores les siembren la semilla de la investigación, que duden, lean, que no se crean todo lo que escuchan y menos, de las redes sociales. Hay que alentarlos a leer publicaciones de calidad.

¿Y cómo andamos en las otras edades o áreas en donde estamos teniendo oportunidad de trasmitir conocimiento y comportamiento a los nuevos educandos?

Más que pensar qué planeta le estamos dejando a nuestros hijos, preguntémonos ¿Qué hijos estoy dejando a este planeta?

*El autor es médico pediatra

sicardi53@gmail.com