Algo huele mal…

La última charla de los amigos tomando unos vinos en la Plaza Santo Tomás, terminó así:

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Don Sebas

-…
Casualmente, entonces, las autoridades municipales se pusieron muy celosas con las reglamentaciones en cuestión y a manera de revancha, aplicaron dichas normas y en pocos días lograron detectar decenas y decenas de empresas vinícolas que, después de muchos años de producir los mejores vinos del país, descubrieron que no cumplían con tal o cual reglamento.

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Mercedes

- Bueno, pero suena a venganza del municipio ¿no?

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Don Sebas
- Pues así parece. Porque dicen que las casualidades no existen y cuando los vinicultores se pusieron bravos para impedir la destrucción del Valle, las munícipes detectaron que ellos mismos, durante muchos años, no habían hecho la tarea de controlar el cumplimiento de dichas normas.

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Agustín
- ¿Y qué? ¿Ahora pretenden que todo se normalice de la noche a la mañana?

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Don Sebas
- Pues… sí. Todo apunta hacia allá. Ningún empresario del Valle se niega a tener sus actividades en orden. Sólo que ese proceso debe ser hecho con una revisión exhaustiva de la pertinencia de esos reclamos municipales y con tiempos adecuados para los casos en que sí haya irregularidades.

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Suena raro esa reacción visceral de la autoridad municipal ¿no? No quiero quedar como suspicaz gratuito, pero creo que detrás de ello están intereses económicos enormes –

susurró Mercedes
Y linda la mañana también, se despertaba desperezando lentamente las luces primeras.

La Plaza, como siempre, empezaba un nuevo día. Un día que repetía brisas, sombras y diálogos. Repetía colores y luces. Un día nuevo. Como siempre.

El grupo volvía a reunirse. Saludos cariñosos con distancias prudentes. Se abrió la primera botella de Tempranillo y cada uno se fue sirviendo en esa añeja y espontánea ceremonia en que se homenajeaba y disfrutaba aquel producto bíblico.

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Sra. Elsa

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¿Y entonces, cómo siguió ese “zipi zape” entre el Ayuntamiento y los vinicultores y habitantes del Valle de Guadalupe??

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Agustín –
Pues el asunto ya no es sólo entre los defensores del Valle y las autoridades municipales. Ya escaló. Ahora los munícipes, encabezado por el Presidente que enarbola el discurso de la justicia social y que los ricos tienen que pagar, etc. etc., han enfilado sus baterías retóricas en contra de esta Plaza Santo Tomás.

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Sra. Elsa

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¿Quéeeee? ¿Y esta Plaza qué ha hecho?

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Don Sebas -
Pues todo indica que se han redoblado los tambores de guerra de aquellos que durante muchos años se han opuesto a la peatonalización de los 100 metros que ocupa esta Plaza, entusiasmados por las filípicas de regidores que han


inventado que un responsable de todo este merequetengue del Valle es la Bodega de Santo Tomás.

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Mercedes

–
Bueno… ¡por Dios Santo! ¿Es que no hay algún tipo de límite para estos disparates

?

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Don Sebas

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Pues no. Mientras se puedan cosechar réditos políticos y se avance en las agendas de cada político, todo se vale mientras se esté dentro de la ley. Se dejan a un lado los escrúpulos, los principios más elementales de la moral y cualquier medio es válido si se logran los objetivos que se persiguen. Entonces se enarbolan pequeñas verdades, para construir grandes mentiras.

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Sra.



Elsa –

Con eso último ya me perdí… ¿Cómo?

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Don Sebas –


Muy sencillo. Veamos el tema de los vinicultores y la denuncia que ha hecho el Ejecutivo Municipal sobre las transgresiones a permisos, usos de suelo, etc. Es una verdad indiscutible que algunos vinicultores no tienen todos sus procesos reglamentarios en orden. Es cierto. Pero ello no indica que hayan sido voluntariamente omisos, ya que están dispuestos a revisar esas anomalías y poner todo en orden. Pero se enarbola el grito de guerra de empresarios fraudulentos, ladrones, abusivos, etc. Es decir, se grita una gran mentira, ya que la autoridad ha sido ignorante, durante años, de esas anomalías.

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Sra.



Elsa

- Mmmmm….huele mal ¿no?

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Don Sebas

- Así es. Huele mal.
*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx