DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

Sociedad medicalizada

Por: Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 18 de noviembre de 2021 · 01:07

El término medicalización es un neologismo, por lo tanto, no aparece en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, lo cual demuestra que tal acción se ha incubado en las más recientes décadas.

El proceso evolutivo de la sociedad ha ido modificando los reales problemas de salud a la obsesión por una salud perfecta y lo que no es así, se considera como un patógeno predominante. A la vez que mejora el nivel de salud de la población, por otro lado existe un aumento del número de enfermedades que antaño eran ocasionales y ahora son predominantes.

Situaciones cotidianas de la vida como el cansancio, frustración y muchas variantes de la normalidad como la calvicie, fealdad, deterioro propio de la edad están siendo consideradas como enfermedades y, en muchos casos, sometidas a tratamiento farmacológico o incluso quirúrgico. Ni las propias etapas de la vida escapan a esta propensión a medicalizar, y así se tiende a someter al obsesivo intervencionismo del nacimiento, la adolescencia, la menopausia, etcétera.

Estamos asistiendo a la generación de una dependencia de la medicina que incapacita a las personas para cuidarse a sí mismas y una disminución de la tolerancia al sufrimiento y al malestar. Queremos apagar al menor síntoma con toma inmediata de medicamentos y qué no decir de los achaques propios de la edad como disfunción eréctil, menopausia, osteoporosis y muchos otros.

Medicamos muchos cuadros a base de sintomáticos, sin resolver el factor etiológico que lo propicia (colon irritable, síndrome premestrual, etc.) y muchos otros que por sí mismos son autolimitados.

Se ha convertido a la medicina, como parte del mercado de consumo, lo que nos ha llevado a una disminución de los niveles de tolerancia y búsqueda de soluciones inmediatas, propiciando una disminución de la capacidad de autocuidados y mucho de esto se debe a una escasa educación sanitaria de la población.

Los medios de comunicación, conocidos como “el cuarto poder”, juegan un importante papel en la transmisión de la información a la población, tornándose en moduladores de las creencias y expectativas de la sociedad.

Los medios de comunicación tienen el derecho y el deber de informar, pero lo que trasmiten tiene un gran sesgo, dicha información genera expectativas irreales que contribuyen a la medicalización: la inmensa mayoría de las entrevistas de salud son cobradas, ya que el interés es publicitar al entrevistado o promover un producto.

La promoción de alimentos “saludables” por ejemplo, cereales que regulan el ritmo intestinal, yogures con probióticos y multitud de “complementos milagro”, destinados a evitar el envejecimiento o preventivo de enfermedades en los que muy pocos casos existen estudios que demuestren esas supuestas virtudes destacadas, ellos contribuyen a medicalizar una parte importante de la vida como es la alimentación y, además, generan falsas expectativas que crean decepción al no verse satisfechas.

Los profesionales de la salud vemos de forma directa en nuestra práctica clínica las consecuencias de la medicalización, y a la vez tenemos un importante papel en la perpetuación de dicho fenómeno. En ocasiones, debido al exceso de demanda en Atención Primaria a la salud, determina que el tiempo disponible para cada paciente sea escaso, siendo difícil establecer, en el escaso tiempo disponible, las verdaderas necesidades y demandas de los pacientes, ayudarles a mejorar sus conocimientos sobre el tema y sus posibilidades de autocuidados.

Sin embargo a mi juicio, el factor más causal son las empresas farmacéuticas, que como cualquier otra, buscan obtener los máximos beneficios. Este es un objetivo lógico y lícito. El problema es que la obtención de este objetivo se realiza a través de estrategias que no siempre resultan beneficiosas para la salud de la población y contribuyen a dicho problema.

La industria dedica una parte importante de su presupuesto a la promoción de enfermedades, para llamar la atención sobre condiciones o enfermedades frecuentemente inofensivas, con objeto de incrementar la venta de medicamentos, mediante campañas publicitarias, visitadores médicos, estudios que intentan medicalizar cualquier dolencia o condición banal, lo que les resulta en una inversión muy rentable. Baste ver la televisión en horario de adultos, la cual está plagada de promoción de medicamentos, como ejemplo: aquel que “ALIVIA” todos los dolores.

Las empresas farmacéuticas invierten en el marketing de sus productos una parte destacada de su presupuesto y esta promoción se dirige tanto a los profesionales como a la población general. La parte más importante de la promoción (80%) se dirige a los profesionales e Instituciones, realizándose habitualmente a través de visitas, pequeños obsequios por ejemplo: libros, inscripciones a congresos, enceres para el consultorio, pero en ocasiones la influencia es más sutil a través de formación sesgada como charlas de expertos seleccionados, pseudocongresos promocionales y otros tantos, donde al profesional de la salud lo hacen sentir comprometido a recetar sus productos.

Toda esta estrategia comercial ha llevado a la sociedad en general al consumismo y sobre-medicalización, muchas veces, innecesaria.

*El autor es médico pediatra

sicardi53@gmail.com

 

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