DÍA DEL SEÑOR

XXXIV Domingo Tiempo Ordinario. Ciclo B (Jn 18, 33-37)

Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo “Día del Laico” (Solo para México) “Todo el que es de la verdad, escucha mi voz” ​​​​​​​ Por: Carlos Poma Henostroza
sábado, 20 de noviembre de 2021 · 00:56

Con esta fiesta de Jesucristo Rey del Universo concluimos el presente Año Litúrgico, ciclo B, para comenzar el próximo domingo con el Adviento (Ciclo C), en preparación para la Navidad. Hoy celebramos también el Día Del Laico (Solo en México)

El Evangelio nos trae el interrogatorio de Pilatos a Jesús y sus respuestas. “Tú lo has dicho. Sí soy Rey... Pero mi Reino no es de aquí, no es de este mundo” (Jn. 18, 33-37), fue la respuesta que dio Jesús, cuando Pilatos quiso precisarlo para ver si, tal como estaba siendo acusado, pretendía ser rey de los judíos.

Efectivamente, Jesús no es rey de este mundo. El mismo lo dijo durante ese interrogatorio acelerado que tuvo lugar antes de ser condenado a muerte: “Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera en manos de los judíos”.

Los reinos de este mundo son temporales por más largos que sean, pues aún los vitalicios terminan algún día y son sustituidos por otros. Los reinos de este mundo son limitados, porque por más que ocupen grandes territorios y ejerzan influencia en la tierra entera, tienen como límite sus fronteras o las fronteras hasta donde llegue su influencia y su poder. Por más poderosos que se crean los reyes de la tierra, su poder es limitado en el tiempo y en el espacio.

El reinado de Cristo será diferente a los reinados de la tierra. Su reinado será como es Dios: eterno e infinito, sin límite de tiempo ni de espacio. Su reinado nunca se acabará y su reino nunca será destruido. Y ese reinado ya comenzó, pero será establecido definitivamente y para siempre en la Parusía, en su segunda venida en gloria.

El reinado de Dios en Jesucristo no es poder temporal, ciertamente; pero eso no significa que no esté presente y no se realice ya en este mundo. Jesús nos enseñó a pedir a Dios en el padre nuestro: “Venga a nosotros tu reino”, aquí y ahora en nuestra tierra y no sólo para el más allá de los tiempos.

“Busquen primero el reino de Dios y su justicia y lo demás vendrá por añadidura” (Mt. 6, 33). “Les aseguro que, si no cambian y vuelven a ser como niños, no podrán entrar al Reino de los Cielos” (Mt. 18, 3).

Es saludable para nosotros reflexionar sobre este misterio de salvación en nuestros días en que, muchos hombres, enloquecidos por la vanidad y la confianza en las fuerzas humanas, han caído en la ilusión fanática y mentirosa de otros salvadores; y cuando falsos mesías se van proclamando aquí y allá los salvadores del mundo, como lo hacen: la política, el sindicalismo, la ciencia, la técnica, la electrónica, la máquina, el dinero, el libertinaje, el anhelo frenético de poder y de placer.

Estos y otros espejismos, a quienes se atribuyen poderes y perspectivas más allá de su función temporal y terrenal, son proclamados salvadores de los hombres y adorados como tales por buena parte de la humanidad.

La realeza única de Jesús, que en la fiesta de hoy celebramos, nos brinda la ocasión para darnos cuenta de que todos aquellos ídolos caerán -algunos lo hacen ya estrepitosamente- y arrastrarán con ellos a sus adoradores, que se lamentarán -demasiado tarde- de su necedad.

Es una oportunidad hoy para dar paso a la sensatez suficiente para dejar que Jesús entre en nuestra vida y sea de veras nuestro Rey, a quien todos los pueblos, tribus y lenguas tributarán homenaje, porque su soberanía es eterna y su realeza nunca declinará.

Permitamos a nuestro corazón que se colme de gozo por el Reino de Jesús, que es Reino de verdad, de justicia, de amor y de paz.

Que Cristo Rey del Universo, los bendiga hoy, proteja y acompañe siempre.

cpomah@yahoo.com

 

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