LA BUFADORA

BUFADORA

Por: El Mosquito
viernes, 26 de noviembre de 2021 · 01:15

 
Desde que el empresario Carlos Ibarra Aguiar, suplente y asesor del alcalde Armando Ayala Robles, fue desairado por la posición en el presídium donde tomaría protesta la nueva mesa directiva de la Cámara Nacional de Comercio de Ensenada, la confrontación con el sector empresarial y el que manda en Palacio Municipal ha escalado de cero a mil.

Podría decirse que este poco acercamiento entre la iniciativa privada y el primer edil vendría desde que decidió llamar a Ibarra Aguiar a ser su suplente, justo cuando no terminaba de salir del Consejo Coordinador Empresarial de Ensenada, y hubo quien pensó -con toda razón- que ni las siglas ni el presidente en turno de esa organización debían inmiscuirse con la política, y menos con la política electoral.

Podría ser antes, desde que se extinguieron los dinosaurios -no, no nos referimos al PRI- pero lo cierto es que ni el presidente municipal ni sus colaboradores han tenido interés en mantener cordialidad con los empresarios. Es más, no tienen el mínimo deseo de tener comunicación con quien represente algo.

La interlocución con los representantes de ciudadanos se acabó en la 4T. También tiene sentido, porque si esa representación hubiera sido del todo legítima -y alimentada con una genuina representación- la 4T no habría llegado al gobierno, pero como diría la nana Goya, esa es otra historia.

La cosa es que desde todos los puntos cardinales, Ayala Robles se pelea un día sí y otro también con líderes, con empresarios y uno que otro político, más bultos que políticos, pero la hacen de costales.

Agarró parejo con las empresas que hacen un gran esfuerzo por atraer turismo de clase mundial en el Valle de Guadalupe, la emprendió contra las empresas que hacen posible la logística de contenedores y en secreto -pero no tanto, porque las paredes oyen- contra el gobierno estatal y sus recién nombrados funcionarios. El cambio en la CESPE fue una patada en los ¡egos! Vaya, hasta le dio por echarle bronca a este mosco, aunque éste ni lo hacía en el mundo.

Y no por tomarle la palabra y subirse a un ring, que ya hemos visto, no tiene beneficios para nadie, pero la actitud del jefe de la comuna no deja de recordarnos a otro alcalde con actitudes similares y de muy ingrata memoria, tanto que sin mencionarlo el lector ya sabe de quién se trata.

Un empresario metido a político que después de dos periodos de haber concluido la administración municipal no es saludado, abrazado, reconocido o bien visto por los ensenadenses que se encuentra en las calles, centros comerciales o restaurantes.

Él se lo ganó, aunque hubo quien le echó una manita, pero entre ambos hicieron pedazos la investidura municipal, y por supuesto, tiraron desde el cuarto piso cualquier viso de decencia e integridad.

 No es, pero Ayala como se parece a Pelayo. Su actitud bélica no reconoce de aliados y adversarios. Los de casa sufren la persecución psicológica; directores que primero preguntan el genio del alcalde para pasar a verle y plantearle alguna iniciativa o proyecto de trabajo, empleados que optan por hacerse los desentendidos antes que recibir en pleno rostro el público reclamo por equis o zeta asunto.

Lo que viene
Armando Ayala se encuentra a dos años de haber llegado a la presidencia municipal y a otros tres para concluirla. Ha sido un fructífero trabajo, el que se hizo posible con la alianza -más que pública- del ahora ex gobernador Jaime Bonilla Valdez con él y con Ensenada, valga decirlo así.

Además, el alcalde tiene colaboradores eficaces, que se ponen la camiseta y procuran cerrar y cicatrizar heridas que el mismo Ayala viene abriendo.

Pero parece que el presidente municipal morenista no advierte un escenario político en el futuro, porque sus actos se encaminan hacia un horizonte de desprecio social o desarraigo.

La aritmética política no es lo suyo. Divide y resta, no suma ni multiplica. No ha diferenciado de cuñados, hermanos, tíos y familia. Menos de amigos y aliados. Lo que hace con las manos, diría la abuela, lo destruye con los pies.

Lástima de inversiones. Más de mil millones de pesos que llegan de la Sedatu, de Energía Costa Azul, del Gobierno del Estado y los recursos propios que se traducirán en obras y acciones que en el futuro inmediato ayudarán a mejorar la cara de la ciudad.

Lástima, porque todo esto no tiene donde acomodarse, donde poner ese prestigio, porque desde la presidencia municipal, en esta época navideña, el que manda y gobierna parece el “Grinch”.

En estos casos hay que verse en espejos. Hay varios ejemplos que ahí andan aún, los buenos y los malos.

Ojalá se componga, y no le dé por comprar Raid.

Poder que marea
Además, el alcalde de Ensenada requiere de una adecuada coordinación de su gabinete, porque la persona que debería operar como tal, no sólo cree, sino que actúa como si fuera la primera autoridad. Póngase listo presidente, apóyese con gente de experiencia.
 

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