CONVERSEMOS

Sorpresivamente…

Por: Ricardo Harte*
viernes, 26 de noviembre de 2021 · 00:00

Cuenta la anécdota que un jardinero de reconocido prestigio invitó a un experto en la materia, a que analizara el jardín que había, durante años y con particular compromiso, construido.

El experto observó las plantas, las flores, los formatos, los colores, los aromas y lanzó su comentario: “Hay dos plantas que no han crecido suficientemente. Por ello, lo que debe usted hacer es arrancar todas las plantas y empezar de nuevo”. “Pero señor”- tartamudeó el buen jardinero – “si tengo ahora bien crecidas a más de 500 buenas y sanas plantas, ¿por qué voy a arrancar todas si las que no han crecido debidamente son estas dos?”.

El experto no cedió en su lapidaria opinión y el buen jardinero decidió enfrentarse a esa extrema opinión y así comenzó un conflicto, nacido de una visión muy injusta y extrema del mencionado experto.

¿A santos de qué trajimos a colación esta anécdota?

Pues considero que ilustra de una manera sencilla y en forma análoga, lo que en estos días está sucediendo en el área definida como Plaza Santo Tomás.

Sorpresivamente, y sin mediar acuerdos o diálogos, la autoridad municipal decidió evaluar el cumplimiento del contrato de comodato que la Fundación Grupo Pando había suscrito con esta autoridad.

Sorpresivamente el proceso adquirió una velocidad inaudita y en cosa de días logró observar anomalías en el cumplimiento de dicho contrato, que justificaba que el problema se elevara al pleno del Cabildo.

Sorpresivamente dicho Comité no solicitó la comparecencia de los interesados, es decir los dirigentes de la Fundación Grupo Pando, para darles el derecho de réplica, procedimiento que está señalado en estas circunstancias.

Si bien es cierto que en la Plaza Santo Tomás hay todavía rezagos en el desarrollo y concreción de la misma, también es cierto que considerando las tres etapas que se habían comprometido en un principio, la primera etapa de obras se ha cumplido casi en su totalidad y se encara actualmente el desarrollo de las dos siguientes etapas.

El tema es que, al igual que el jardinero, todo indica que se pretende anatematizar este proyecto ciudadano, porque en el jardín en el que hay muchas realizaciones, logros, esfuerzos, hay algunos puntos que no se han terminado aún.

Entiendo que nadie niega que sí, en efecto, hay todavía trabajos que desarrollar, aspectos que mejorar, nuevas ideas a experimentar.

Pero sorpresivamente todo indica, repito, la existencia de una voluntad de guillotina, de ejecución, de acabar con todo el jardín, porque hay algunas flores que aún no han crecido.

Las voces condenatorias que exigen “justicia social” y que se devuelva al pueblo los metros cuadrados que la iniciativa privada ha arrebatado para su provecho personal, ya se han sumado al eterno coro de exigentes ciudadanos que buscan sangre, que rueden las cabezas, que se arrase con todo, para poder empezar desde cero y, ni bien crezcan nuevamente algunas flores, poder, otra vez, gritar por la justicia, por la sangre, por las ejecuciones.

La sorpresa es paralizante.
Es muy difícil entender por qué la saña, la ferocidad, la velocidad en la ejecución de estos procedimientos condenatorios.

La Plaza Santo Tomás se ha ido desarrollando gracias al uso que los ciudadanos le van dando en su cotidiano vivir.

Es un espacio de la comunidad, por la que pueden circular peatonalmente con total libertad y disfrutar de sus bancas, de su tranquilidad, de sus colores y de sus espectáculos.

Un espacio para que los ciudadanos puedan conocer a los ciudadanos.

Un espacio que ha sumado bienestar urbano.
¿Alguien tiene alguna idea por qué ahora el experto jardinero exige que se arranque todo el jardín?

¿Por qué la autoridad procede con esta sorprendente diligencia para condenar todo lo que se ha hecho, en función de lo poco que todavía no se ha hecho?

*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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