BAÚL DE MANÍAS

Omicrón y otras cosas

Por: Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 30 de noviembre de 2021 · 00:00

Seguramente usted ya lo sabe, culto, dilecto y perspicaz lector, pero igual se lo recuerdo: Omicrón (u ómicron, a estas alturas ya no sé) es la decimosexta letra del alfabeto griego. El gusto por las cosas antiguas (pero vivitas y coleando) es una de mis manías, por decirlo de algún modo. Aunque pensándolo bien, más bien debería llamarle “querencia”, que “manía”, sobre todo si me atengo a lo que dice la etimología de la palabreja.

Ahí va el breviario cultural de la Corchea, su segura servilleta. La palabra manía procede (como un titipipuchal de palabras, entre las que, paradójicamente, titipuchal no es una, jaja) del griego antiguo μανία = manía. Esto se lo digo yo, pero está documentado en Herodoto, Hipócrates y otros célebres griegos de la antigüedad. Quiere decir ‘furia, rabia, excitación, frenesí, histeria, manía, locura, demencia’…

En resumidas cuentas, podría decirse que “en mi caso, ni al caso”, aunque me temo que ya es tarde para cambiarle de nombre a la columneja y ponerle, no sé, algo así como “Cajón de querencias”, “Cofre de apetencias” o “Arca de aficiones”…. En todo caso, debí haberle puesto “Baúl de melomanía”. Ah, porque la palabra melomanía sí existe. No la he inventado yo. Es un sustantivo (femenino). Se refiere a la persona que tiene una afición, querencia o apego apasionados por la música y también por los sonidos agradables. Mire usted.

Y es que, como dijo alguna vez Albert Schweitzer (1875- 1965): “Hay dos formas de refugiarse de las miserias de la vida: la música y los gatos”. Y yo estoy ahora sí que como quien dice cincuenta por ciento de acuerdo, porque, ¡ay, los gatos!, tan perfectos ellos… Pero ¿y los pájaros? Igual y mi amigo Albert pudo haber dicho “los pájaros y los gatos”.

Pero, bueno, se lo voy a pasar a perdonar nomás porque el hombre fue un estuche de monerías. No nomás fue médico cirujano, teólogo y filósofo. También se dio tiempo para ser un organista fabuloso. A sus conciertos asistía un titipuchal de gente y la recaudación monetaria la destinaba exclusivamente para montar su hospital en África… Por cierto, le dieron el Premio Nobel de la Paz en 1952.

Tal vez una de las frases célebres más antiguas acerca de la música la dijo (nada más y nada menos) el buen Confucio (551 a. C. - 479 a. C.). “La música produce un tipo de placer sin el que la naturaleza humana no puede vivir”.

Ah, pues qué caray. Y no es casualidad que la palabra “música” provenga también del griego: μουσική [τέχνη] - mousikē [téchnē]. Significa “el arte de las musas”, o sea, el arte de crear y organizar sonidos y silencios respetando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo. Ash, bueno. Yo ya me voy a pasar a retirar. Y entre que son pájaros o son gatos, voy a aprovechar para escuchar “La Fuga del gato”, del prodigioso Domenico Scarlatti:
https://www.youtube.com/watch?v=ebmMBvuxRkg .


Después tendré que recetarme el primer libro del “Catálogo de pájaros”, del no menos prodigioso Olivier Messiaen:
https://www.youtube.com/watch?v=G6Izpdkjrhk&t=1518s .

Y abur.
bauldemanias@hotmail.com

 

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