MUJER Y PODER

La Justicia lo Alcanzó

Por: Natalia Vidales de Bitterlin*
sábado, 6 de noviembre de 2021 · 00:37

A tal grado se sentía intocable el ex director de Pemex, Emilio Lozoya, que se exhibía públicamente sin el más mínimo temor de ser detenido. Se placeaba pues, impunemente.

Pero la suerte se le acabó al solicitar la Fiscalía General de la República (Unidad de Investigación Financiera) la prisión -preventiva justificada, por riesgo de fuga- para Lozoya, quien finalmente y después de más de un año de libertad… fue encarcelado el pasado tres de noviembre.

Valió más la presión ciudadana y la ventaneada en redes que le dio la periodista Lourdes Mendoza -al exhibirlo cenando en un lujoso restaurante de la Ciudad de México- que todas las pruebas existentes en su contra. El trato privilegiado que se le estaba dando tenía muy molesta a la opinión pública, claro.

Lozoya, pese a que fue declarado delincuente confeso al recibir sobornos por 10 millones de dólares -de los que aceptó haberse quedado con uno y repartir el resto, cuando fungía como director de Pemex de parte de la empresa Odebrecht- gozaba de libertad por el acuerdo de colaboración que desde hace un año y cuatro meses firmó con las autoridades. Era pues, un testigo protegido.

El gobierno federal le había otorgado libertad a este “pez gordo” de la corrupción en México… a cambio de “colaborar con la justicia” y proporcionar nombres de personas involucradas quienes, por su solo dicho, han sido tratadas como culpables…y hasta encarceladas -como el ex senador Jorge Luis Lavalle) o exiliadas como el candidato presidencial Ricardo Anaya.

Lozoya no cumplió con las presentación de pruebas en sus contras, lo que abonó a la terminación de su privilegio de libertad, pese a estar confeso y entonces la presunción de inocencia sobre Anaya y el resto de los “indiciados” aumenta o, de plano, desaparece al advertirse que solo se trató de un ardid para evitar la cárcel… en la que ahora él mismo se encuentra.

Desde un principio, estos capítulos de las concertacesiones políticas nos pareció una contradicción judicial -una aberración más bien, diríamos- darle más valor a las palabras de un delincuente y permitir que se desprestigien personas a las que no se les ha comprobado su culpabilidad y ocasionar graves daños a quienes, hasta el momento, son inocentes y que sin evidencia alguna han resultado afectados en su reputación y en su libertad al tener que permanecer fuera del país...o en la cárcel.

No estamos seguras si es momento de celebrar por la acción de la justicia o si este circo todavía no termina y la detención de Lozoya es solo una escena más de esta dramática obra política dónde, hasta el momento, se han tratado como delincuentes a personas inocentes solo por la acusación de un delincuente.

¿Que sigue ahora? ¿Las cosas cambiarán? ¿Terminará la persecución política en este país?

Esperamos que sí, por supuesto, pero…. ¡ver para creer! Esto no ha acabado todavía.

*Periodista sonorense desde hace más de 40 años y directora de la revista Mujer y Poder
 

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