HOY EN LA PLAZA

La arquitectura de lo que sucede...

Por: Ricardo Harte*
lunes, 13 de diciembre de 2021 · 00:40

La Plaza Santo Tomás se ha comportado, desde su apertura, como si fuera un ser vivo.

Ha crecido, ha disfrutado de éxitos, ha sufrido de enfermedades y contratiempos, ha generado a otros seres vivos, ha palpitado al ritmo de las músicas, de las risas, de los diálogos.

Don Sebas había llegado temprano en la tarde, ese día.

Sentado en una de las bancas protegida por el vaivén de la frondosa sombra de un tabachín jaloneado por la brisa vespertina, leía un pequeño e inusual libro: La esencia del estilo gótico de Worringer.

Se dejaba arropar por el murmullo de la fuente cercana y se había “blindado” a las risas de los niños que parloteaban en los juegos cercanos.

Concentrado en el tema, no notó la figura que lentamente se fue acercando hasta detenerse a poca distancia de él.

Don Sebas suspiró resignadamente, cerró su libro y levantó la vista

- Mi querido Arqui. Andrés ¿Cómo está?- comentó aliviado.

- Qué tal Don Sebas! Gusto de verlo. Qué lee?
- ¡Ah! Fíjese que estoy curioseando un tema que es de su territorio. Siempre me llamó la atención la arquitectura gótica. Y encontré este librito.

- ¡Uy Don Sebas! No es un “librito”. Aunque es pequeño en su tamaño físico, es uno de los mejores trabajos que se han escrito sobe el tema. El Worringer es una lectura obligada para conocer el “por qué” del gótico.

- Sí, me tiene capturado. Aunque no es un thriller policíaco, la manera en que explica el origen de este estilo es verdaderamente apasionante. Aunque no existe ningún asesinato y posiblemente el mayordomo no tenga nada que ver en esta obra, me tiene sobre ascuas el terminarlo para descubrir esta esencia tan misteriosa.

Varios niños callaron y con mirada curiosa observaron a los dos personajes, que reían a carcajadas

- Sí, sí Don Sebas. Es un verdadero misterio cómo se han ido dando los diversos estilos o tendencias en la construcción del espacio habitable del ser humano.

- De lo que llevo leído hasta ahora, entiendo que todo ello surgió de una nueva manera de soportar las cargas de un techo. Es decir, la creación de los contrafuertes. Ello permitió que los muros fueran menos pesados, que se pudiera abrirlos con grandes vanos que dieron paso a los famosos vitrales del gótico.

- Sí, así es Don Sebas. Pero esa parte estructural no explica todo, porque el estilo gótico es, también y sobre todo, una manera de esculpir el espacio como respuesta a paradigmas religiosos.

- Ah caray. Todavía no llegué a esa parte de la novela. ¿Entonces no fue el mayordomo?

- No!- rió el arqui. Andrés- no fue el mayordomo y ¿sabe qué? Tampoco fueron lo arquitectos.

- A ver, a ver. ¿Me dice usted, ya hablando en serio, que no fueron los arquitectos quienes proyectaron las grandes catedrales del gótico?

- No. No como conocemos hoy en día la labor protagónica del arquitecto. El gótico es, para mi, uno de los estilos más claros como ejemplo del trabajo colectivo de arquitectos, maestros, obreros, albañiles, fontaneros, carpinteros, herreros, vidrieros, escultores. Fueron una de las primeras expresiones de la labor multidisciplinaria, en donde no existió un “propietario” del resultado, como sucede hoy en día, sino que fue una expresión clarísima de que la arquitectura no ES, sino que SUCEDE, pues nunca termina de evolucionar, gracias al uso, al acomodo del usuario. Es como un traje que se va amoldando a medida que lo vas usando.

- Entonces, mi querido arqui, ¿los arquitectos no sirven para nada?

- Somos expertos, Don Sebas, en dar la patada inicial del partido, y hay que saber hacerlo. Pero el partido después sigue, la arquitectura sigue sucediendo y al cabo de los años se va transformando por el uso, por el tiempo, por los cambios que la vida exige.

El diálogo se intensificó. La charla entró a la discusión, las risas aderezaban la tarde y la Plaza, una vez más, latía con la vida que seguía sucediendo.

*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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