BAÚL DE MANÍAS

Comienza con un chiste

Por: Ma. Cristina Álvarez-Astorga
martes, 14 de diciembre de 2021 · 00:00

Ahí tiene usted que

el otro día llegué yo (¿quién si no?) a la tiendita de la esquina y alcancé a escuchar que en la radio hablaban del “desfile del cortejo fúnebre”. “¿Quién se murió?” pregunté. “Salinas”, me contestó el astuto tendero. “!Yúpi!”, dije yo sin pensarlo (ni mucho ni poco, o sea, como de costumbre). “Ji-jí”, repuso el pícaro tendero. Y agregó: “Pero no Carlos, señora…. Carmen”. “Ah, entonces…”, dije yo… “quito el yúpi”, y por videdió que hasta me persigné. A mí Carmelita Salinas me caía muy bien. Otros Salinas no tanto.

Ya releí el chiste. Me dieron ganas como que de borrarlo, pero quise evitar la fatiga. Además, la verdad, sí me dio poquita risa. Ok., pues. Mejor le doy un sorbo a mi cafecito para ver si se me ocurre un chiste mejor. Glub-glub. ¡Ah! A propósito… ¿Sabe usted desde cuándo se puso de moda tomar cafecito? La historia comienza a finales del siglo 17 y principios del siglo 18, en Europa. Tan de moda estaba la exótica bebida que hasta J. S. Bach, uno de los mayores genios musicales del mundo y las galaxias le compuso una especie de Cantata al aromático bebedizo.

Esta especie de Cantata (que es más bien una breve ópera bufa, un oratorio cómico-satírico o un infomercial dramatizado) se trata de una riña entre un padre y una hija a causa de que la joven es adicta al peligroso brebaje.

Aquí le platico yo el libreto, en tres patadas: dos generaciones se enfrentan, pum-pas y gana (¡yúpi!) la joven. O sea, gana el café.

Por cierto, la palabra café no proviene ni del latín, ni del griego, ni del inglés, ni del alemán, ni del náhuatl. Proviene del término turco ghave, que a su vez procede del árabe “gahwa”.

El término árabe, al parecer, es una abreviación de la expresión “qahhwat al-bun”, que quiere decirvino de la habichuela”. Pero no de cualquier habichuela, no señor, señora, señorita, señorite. De la habichuela de café, se entiende. Ya los turcos decían que esta rica pócima “es una bebida casi tan negra como la tinta, útil contra numerosos males, en particular los del estómago.

Quienes lo consumen
lo toman por la mañana, en una copa de porcelana que pasa de uno a otro y de la que cada uno toma un vaso lleno. La susodicha pócima está formada por agua y el fruto de un arbusto llamado bunnu”.

Ah, pero de vuelta a la Cantata de Papá Bach. La Cantata del Café (BWV 211) se estrenó, en 1734, en Leipzig.

En el tubo me encontré la versión de la Netherlands Bach Society, que está muy divertida. Me gustó mucho:
https://www.youtube.com/watch?v=B6Loyexw3uk .

Durante la mayor parte de su vida laboral, Bach residió en Leipzig, que era el hogar de “Café Zimmerman”, la Kaffeehaus (cafetería) más prestigiosa y mejor equipada en la ciudad en aquella época. El Café Zimmerman fue el hogar de un Collegium Musicum (una sociedad musical) que había sido establecida por Telemann en 1702. Bach dirigió esa Sociedad entre 1729 y 1739. Fue durante este período que compuso la cantata “Schweigt stille, plaudert nicht” (que en castellano se puede traducir como “Ya cállate, deja de charlar”).

Tá güeno, pues. Ya acabé.

bauldemanias@hotmail.com

 

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