LA BRÚJULA

Navidad en una sociedad polarizada

Por: Heberto J. Peterson Legrand
lunes, 20 de diciembre de 2021 · 00:00

Después del tiempo de adviento, que es el destinado a preparar el nacimiento de Cristo y que significa o simboliza el largo periodo de siglos que precedieron al Mesías, viene el tiempo de Navidad que está destinado a celebrar los misterios del nacimiento e infancia del salvador. Se conmemora pues, el nacimiento del Verbo Encarnado.

La Navidad nos debe invitar a reflexionar sobre el nacimiento y mensaje de Cristo que dijo: “Yo soy el camino la verdad y la vida “y que además nos trajo el mensaje de amor y paz a los hombres de buena voluntad, mensaje que debemos encarnar en nuestras propias vidas.

Hubo quienes con buena intención y otros malévolamente quisieron hacer creer que el salvador no había existido, sin embargo, sobre la autenticidad del nuevo testamento, que nos narra la vida de Cristo, tenemos más garantías humanas que sobre cualquier otro libro.

Sólo algunos ejemplos: El manuscrito más antiguo de la Iliada y de la Odisea de Homero (que vivió en el siglo VIII antes de Cristo), y que nadie pone en duda, data del siglo XI, o sea, 1800 años posterior al original; las obras de Platón, que vivió en los años 427-327 antes de Cristo, se conservan en un manuscrito del año 895 después de Cristo, o sea, que hay de por medio 1300 años. En el caso de las obras de Horacio, César y Tácito también hablamos de 1400 años. Sin embargo, el fragmento más antiguo del Nuevo Testamento data menos de 30 años del original...

Ahora bien, después de estos datos, tan interesantes, nos conviene también reflexionar sobre el ámbito de nuestro propio hogar en este día 24 en el cual Cristo debe ser el centro de nuestra atención.

Hemos de optar entre confundir la Navidad con un delicioso pavo, exquisitas bebidas o suntuosos regalos y un árbol grande y hermosamente adornado, o conscientes de la trascendencia del hecho habremos de darle preferencia a un nacimiento, por más sencillo que sea, y de acuerdo a nuestras tradiciones acostaremos al niño, daremos las gracias antes de cenar y hablaremos a nuestros hijos sobre el mensaje de amor de Cristo y les haremos ver la importancia de su venida y les diremos que si bien cenaremos y abriremos regalos, la parte central es el nacimiento del salvador que nos pidió: “amaos los unos a los otros “.

Una cena navideña donde las bebidas circulen al grado de provocar embriagues, donde la charla sean puras leperadas, chistes groseros y actitudes vulgares, es indigna de Cristo, es no sentir su presencia, es hacer una caricatura de nuestro Cristianismo.

Muchos hermanos nuestros no tendrán cena ni regalos, pero quizá sus corazones estén mejor dispuestos al mensaje de Cristo y de seguro el sí estará con ellos...

Esta navidad y todos los días deberíamos ser más solidarios con nuestros hermanos, bien dice el evangelio: “lo que hagas a uno de tus hermanos me lo haces a mí, dale de comer al hambriento y de beber al sediento...”.

Que nuestra sociedad consumista y el Santa Claus no suplanten a Cristo; rescatemos el valor más trascendente de nuestras vidas, que es la figura de Cristo nuestro padre, dejemos de pensar sólo en nosotros, atrapados en nuestro propio egoísmo, y extendamos la mano al hermano necesitado...

¿En una sociedad tan polarizada, donde hay gente buena, pero también personas egoístas, traficantes de drogas, abortistas, una cultura machista que ha alimentado los feminicidios, discriminación, pobreza creciente, migración inhumana. No sería bueno que voltearan, haciendo un alto en el camino para recordar a ese niño en el pesebre que ilumino con su ejemplo, amor y bondad a sus criaturas?

Una sociedad tan polarizada es una negación al mensaje de amor que le daría sentido a nuestras Vidas.
 

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