HOY EN LA PLAZA

¿Quiénes somos?

Por: Ricardo Harte*
lunes, 20 de diciembre de 2021 · 00:00

La Plaza murmuraba sus sonidos habituales. La risa de los pequeños, la música ambiental. Se disfrutaba el murmullo del aire suave, provocando movimientos nerviosos en las flores pequeñas, que se estremecían ante esas caricias audaces, atrevidas, de la brisa tenue.

La tardecita se iba escurriendo poco a poco por los rincones de la Plaza.

Ligeras luces se defendían todavía de las oscuridades que aprovechaban la huida de la luz del sol para ir cancelando cada una de las sombras que cada árbol, cada planta, cada banco había generado durante el día.

Nuestro grupo de amigos comentaban diversos temas de los sucesos cotidianos.

En la Plaza Santo Tomás reinaba esa envidiable armonía nacida de aconteceres que cumplían, día a día, con el ritmo previsto, con los sonidos conocidos, con las brisas esperadas.

- “…Mi voz buscaba el viento para tocar su oído…” -leyó Agustín- Es una de las frases más hermosas que conozco sobre el amor. El deseo de estar cerca, aunque sea con la caricia del viento en el oído, de la amada. No me canso de leerla y extraerle el enorme sentido que la frase tiene.

- El amor es una confluencia de innumerables energías, actitudes- agregó Mercedes- El amor ahí está. Es como una nube que nos envuelve de equilibrio, de pasión, de ternura, de bondad. Es una nube que existe siempre. Algunos seres humanos lo perciben, lo viven. Y otros son inmunes, porque están siempre mirándose el ombligo. Cuando logramos levantar la vista, ver la belleza, ver la luz, la vida. Ver todo aquello que es inmenso, eterno. Todo aquello que no se compra. Entonces, envuelto en esa nube, aparece un ser en el que una puede percibir en él toda esa belleza, toda esa luz, toda esa vida. Y una concentra en ese ser toda la energía que la nube nos ha envuelto. Para mi eso es el amor. No nace por un encuentro. El encuentro hace que uno reconozca en una persona algo que está siempre presente: la nube del amor.

- Hermosísima descripción de lo que es el amor- musitó D. Sebas, mientras clavaba su vista en el tinto y sus reflejos.

- Es decir- intervino Agustín- amar depende de uno y no del otro?

- Ay mi querido Agustín. No reduzcas las cosas a expresiones tan breves. Lo que digo, es que si una está sola, puedes vivir, sentir el amor. Lo intento explicar es que el amor es una energía que llevamos dentro y que ante la aparición de un ser perfilándose en esa nube que nos envuelve, lo expresamos ahí, lo disfrutamos ahí, lo consolidamos ahí. El amor es absolutamente lo contrario a “yo”. Es “nosotros”.

- Y tomando la palabra de “nosotros”- sumó Don Sebas- podemos afirmar que es la palabra que puede salvar a la humanidad. Si logramos eliminar el “yo” y el “más”, tenemos posibilidades de re encontrarnos.

- ¿Re encontrarnos? En qué momento nos hemos perdido?

- Nos hemos perdido al olvidar principios de vida elementales, como que no estamos en este mundo para acumular riquezas, que no estamos en este mundo para utilizar al planeta de acuerdo a nuestras ambiciones personales, que no estamos en este mundo para ignorar el prójimo. Esta civilización tan desarrollada en términos tecnológicos, ha perdido el sentido de vida, pues la tecnología de la información existe para desinformarnos.

Hemos perdido el sentido de la valentía por principios morales, hemos perdido el sentido de la dignidad, de la honestidad, de la franqueza, de la lealtad.

Por ello es que debemos re encontrarnos.
Para poder entender otra vez quiénes somos, de dónde venimos, a dónde queremos ir.

Debemos re encontrarnos para re inventarnos.
Otra vez iban desapareciendo, como todos los días, las luces del día.

Pero también, como todos los días, cada sombra que iba reptando para ocupar su lugar en la Plaza, era distinta, tenía su manera diferente.

Otra vez, terminaba una jornada que sumaba más vida a la vida.

*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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