UNA MIRADA HACIA LA INFANCIA

El regalo más deseado

Por Psic. Laura Elena Beltrán Padilla*
jueves, 23 de diciembre de 2021 · 00:46

Algo que pregunto a los padres estando en consulta es: ¿Qué te gustaría que tú hijo recordara en un futuro? Algunos responden: “Tener momentos inolvidables, ser feliz, el jugar y tener buenos amigos; el estar unidos”. Varios coinciden en que los más bellos recuerdos, por lo general, no implican alto costo. ¿Quién no recuerda su primera bicicleta, patineta, casa de acampar, pista de carros, balón de futbol o muñeca?

En vísperas de la navidad, algo que traen los niños a colación es el recibir regalos. Los padres se aglomeran y hacen largas filas persiguiendo encontrar el juguete favorito. En ocasiones, el adulto se esmera en demasía y hace lo imposible para gratificar con algo material a ese pequeño que tiene cerca. Me lleva a pensar si es por tradición o por cierta culpa, por el vacío del no haber podido hacer conexión regular entre el padre y su hijo.

En estas fechas, con el transitar del tiempo, veo con satisfacción el camino andado desde mi infancia hasta ese momento. Se me vienen a la mente tres momentos particulares. El primero, digno de recordar: El primer muñeco que me “amaneció”, estando en preescolar, llamado “Tomasín”.

Recuerdo su rostro como si fuera ayer. Sus facciones eran tan reales, era de sexo masculino, algo atípico en un muñeco de hace unas décadas, y bonito para generar ternura. De esos que no encuentras tan fácil y que pudiera tener lugar protagónico en mi consulta de psicoterapia infantil.

El segundo, una bicicleta amarilla con canasta enfrente y asiento alargado. Recuerdo, motivado a por mi padre, subirme en ella por primera vez. Me dijo: “Yo te sostengo, voy detrás de ti”. Cuando avancé una cuadra, al sentirme segura, doy vuelta de retorno a casa y mis ojos no creen lo que ven a distancia. Una inmensa sonrisa y una mano que me saluda con satisfacción, era mi padre que se había quedado atrás en mi primer pedaleo.

La tercera, pedí un solo regalo para no verme tan ventajosa con mis hermanos. Se me ocurrió únicamente un pony ¡Pero un pony de verdad! Salimos a cenar con la familia extendida y ansiaba llegara la media noche para ver mi regalo postrado en la sala, a un lado del pino decorado, así como de foto postal.

Con la parada del vehículo, subí acelerada las escaleras y al abrir la puerta para mi sorpresa ¡Oh desilusión, no estaba mi petición! Mis padres vieron mis ojos húmedos por la tristeza y acto seguido me dijeron: “¡Mira, tienes una carta en el árbol, ábrela, pronto!”.

Como en mi familia somos espirituales, me escribieron lo siguiente: “Mi querida Laura Elena, tuviste un excelente año, por ello, te dejé el pony en el patio trasero de tu casa, disfrútalo mucho. Atte. El Niño Dios”.

¡Que regalo tan increíble! Ya estaba pensando en la próxima navidad que pedir cuando mis padres decidieron decirme la verdad de quién me daba los regalos. No fuera ser que pidiera una granja completa.

Este último regalo, por cierto, lo disfrutamos mucho en familia y con los vecinos, quienes llegaban por las tardes a saludar y pasearse. Seguro también recuerdan ese tiempo tan peculiar, más aún, viviendo en zona urbana.

Espero que la temática de hoy haya evocado gratos momentos, les haya motivado a pensar en lo importante de la naturaleza humana, de la reciprocidad del dar y recibir en estas fechas, del amor en familia. Las buenas relaciones se basan en ello.

Los niños necesitan tener ilusión y esperanza de un presente que les brinde seguridad y amor. No hay que desaprovechar la oportunidad de convivir con los cuidados necesarios en estas fiestas. Mis mejores deseos para todos.

*Posgrado en psicoterapia de niños

laurabelpad@gmail.com

 

...

Comentarios