CONVERSEMOS

Hoy es Nochebuena…

Por: Ricardo Harte*
viernes, 24 de diciembre de 2021 · 00:00

Corren días difíciles.

Los hechos que sucedieron durante la conquista de la corona española en las tierras pertenecientes a culturas ancestrales y diferentes, o las crisis que existieron en las dinastías chinas de siglos anteriores, o la erupción del volcán que acabó con Pompeya, o la revuelta que en 1789 cambió la vida de Francia, fueron problemas cuyas consecuencias, en lo inmediato, no eran vividas por las antípodas de la zona en donde sucedía el evento.

Eran tiempos en que la vida se desarrollaba por regiones no conectadas, o con conexiones que exigían muchos años para que fueran realidad.

Hoy corren días difíciles.
Si un ciudadano se come un taco de murciélago en algún remoto lugar de China, desencadena un alud que arrasa al planeta completo, modificando vidas, costumbres, expectativas y paradigmas.

Basta que un obeso especulador haga fluctuar el precio del café en la bolsa de Nueva York, para que más de 500 comunidades cafetaleras en los altos de Chiapas tengan dificultades serias para alimentar a sus hijos y ancianos y para acceder a los servicios de salud.

Es suficiente de que Putin haga un recorrido de supervisión de las nuevas armas del ejército ruso, para que la OTAN aumente sus niveles de alarma.

El efecto mariposa en todo su apogeo.
La entronización pragmática y cotidiana de la “comunión de los santos”.

Sí… son días difíciles para la humanidad.
Pero…pero…Aún así, con toda la tensión política en que vivimos, con la enorme incertidumbre que en cualquier momento algún sicópata apriete el botón de algún misil nuclear o que aparezcan nuevas cepas virales, o que lleguemos al punto de no regreso en el calentamiento global… aún así, buena parte de los seres humanos hacemos, en estos días, un alto en toda esta histeria colectiva y nos damos tiempo para el saludo, para la sonrisa, para el abrazo, para el brindis, para el regalo.

Nos abriga una sensación comunitaria de calma, de tregua, de armonía.

En medio de la más despiadada agnotofilia, en que campean en los escenarios mediáticos los insultos, las mentiras, los falsos rumores, las falsas noticias, en medio de todo este huracán de agresiones, nos encontramos en el ojo de la tormenta perfecta y nos detenemos, respiramos hondo y nos deseamos, todos a todos, “¡Feliz Navidad!”

Parece ser una especie de sicopatía colectiva. Un trastorno tipo “borderline” de la sociedad en pleno, en el que dejamos el fusil a un lado, levantamos una copa y brindamos con el enemigo de todos los días y le deseamos paz y felicidad.

O…quien sabe. A lo mejor es un acto de sanidad mental, de cordura grupal, de instinto de la manada que descubre que sólo viendo, escuchando y entendiendo al prójimo se pueden resolver las ambiciones desquiciadas, los intentos de controlar la vida, de exprimir a todos los seres vivos del planeta.

No lo sé. No sé si es sicopatía colectiva que nos lleva a la auto destrucción o, si por el contrario, este intervalo navideño es un acto de sabiduría humana gracias al cual podemos quitar el dedo del gatillo y palmear la espalda del contrario y desearle felicidad.

Me declaro afín a la segunda posibilidad: el tiempo de la Navidad es un tiempo en el que nos demostramos que podemos, aún, quitar la vista de la mira del fusil y descubrir que el objetivo que queríamos abatir es un ser igual a nosotros, con fortalezas y debilidades como nosotros, con expectativas, deseos, alegrías y llantos similares a los nuestros.

En ese escenario, pues, copio las palabras, que acabo de recibir, de mi entrañable amigo jesuita, el gran jTatic Oscar:

“Deseo que Jesús, niño pequeño nacido en un pesebre, hijo de peregrinos, atraiga de nuevo nuestra mirada para vivir hoy al Dios Encarnado y recibirlo como don de vida.

También deseo que su nacimiento entre nosotros sea oportunidad de hallarle nuevo sentido a las dificultades, de despertar la sensibilidad a los abundantes testimonios de vida y de abrir los ojos a la grandeza de los pequeños acontecimientos.

Junto a esto deseo que los recién nacidos de hoy (personas, proyectos, posibilidades) renueven nuestra esperanza y mantengan nuestros corazones abiertos a la posibilidad de “ver nuevas todas las cosas” porque hacemos nuestra la mirada de Jesús sobre las personas, los pueblos y sus culturas”.

*Arquitecto uruguayo radicado en México desde hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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