CONVERSEMOS

…Eso de lo “popular”

“El término cultura, que proviene del latín cultus, hace referencia al cultivo del espíritu humano y de las facultades intelectuales del hombre…” Por: Ricardo Harte*
viernes, 3 de diciembre de 2021 · 00:03


Qué interesante (y extremadamente angustiante) es constatar que tenemos un idioma en común, que nos separa.

Las acepciones que podemos encontrar para la palabra “cultura” son tan diversas y opuestas, que indican que es practicamente imposible poder llegar a un acuerdo sobre qué es hoy en día la cultura.

Hay comunidades orientales que acostumbran a comer los sesos de un mono, aún vivo, al cual le abren la tapa de los sesos y, en medio de los estremecimientos del animal, se devoran los sesos que aún palpitan.

Una costumbre de algunos pueblos vascos, para celebrar fiestas de la comunidad, consiste en correr a gran velocidad y estrellar la cabeza en contra de una cortina metálica de algún negocio. El primero que logra romper la cortina, gana la competencia.

El evento arroja traumatizados, consecuencias neurológicas y, hasta, muertes. (Mondo Cane. Semidocumental realizada en 1962 por los cineastas italianos Paolo Cavara, Gualtiero Jacopetti y Franco Prosperi.)

En nuestra vida civilizada y culta es común observar a dos hombres que se agarran a puñetazos, haciéndose sangrar, lastimar y, también por qué no, matándose. A ello se le llama box.

Los ejemplos de costumbres que podríamos llamar “expresiones de la cultura”, pueden llegar a ser innumerables.

En nuestra vida moderna, Siglo XXI, transcurren paralelamente costumbres, hábitos y situaciones en que la muerte, la violencia, el lastimar o lastimarse es parte de la “gracia” de la actividad en cuestión y, por otro lado, nos preocupamos en crear un hombre nuevo que valore la paz, la concordia, la armonía, la diversión basada en la alegría y en el respeto por el semejante.

No tengo la menor duda de que si tuviera que repetir el acompañamiento de la formación de mis hijos, actividad normalmente llamada “paternidad”, les insistiría en que cualquier acto que pretenda lastimar, sojuzgar, arruinar o humillar a un semejante, es un acto de profunda cobardía y refleja los resabios que aún nos quedan de vidas pre históricas en que el “homo erectus” debía sobrevivir de sus semejantes pues no se tenía aún mecanismos de diálogo como, por ejemplo, el idioma en común.

Y el idioma en común parece ser, repito, ahora una dificultad.

¿Qué es la cultura?
Por lo menos podemos aceptar que hay diferentes interpretaciones del término (una profesora de una de las maestrías que desarrollé, antropóloga ella, insistía en que todo es cultura…) y para ello, entonces, me referiré a la definición de cultura que, apegándose al concepto de civilización, intenta “domesticar” al ser humano para que crezca en bondad, en conocimientos, en generosidad, en creatividad, en solidaridad y demás atributos que logran que él pueda vivir en paz junto a otro ser humano. Es decir, civilizadamente, si aceptamos que la civilización es la capacidad del ser humano de vivir en comunidad.

La Plaza Santo Tomás se ha propuesto, junto a otros objetivos, ser un factor de desarrollo cultural de la comunidad ensenadense y sus regiones.

Es decir, promover la paz, la socialización, el disfrute de las expresiones artísticas, el saborear hermosuras culinarias, el placer de adquirir piezas únicas de las, ahora si, culturas originarias. El poder reír, amar, sentir, oler, escuchar, conversar y todo ello en la armonía del descubrimiento y respeto del otro.

No niego que hay expresiones populares, como las que ejemplifiqué anteriormente, en las que los perros se pelean entre sí, los gallos entre sí, los hombres entre sí, las mujeres entre sí. Claro que los hay. Y luchan. Y se lastiman. Y uno vence al otro. Si los hay. Y son eventos populares.

Pero… para crear un ambiente en que los niños disfruten de sus juegos, los adolescentes descubran sus primeros amores y los adultos aprenden a escuchar al otro ¿es eso lo necesitamos?

No. De ninguna manera. No es eso lo que necesitamos. Por muy popular que sea.

No hay duda de que los refrescos de cola son muy populares. Pero tampoco hay duda de que si queremos una población sana físicamente y reducir los índices de obesidad, tenemos que limitar la ingesta de los refrescos de cola. Por muy populares que sean.

Una de las verdaderas responsabilidades de un auténtico líder social es saber distinguir y privilegiar lo necesario por sobre lo popular. Lo contrario es vulgar populismo.

*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 50 años

ricardoharte@yahoo.com.mx

 

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