DÍA DEL SEÑOR

“Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos” (Lc 3, 1-6)

Por: Carlos Poma Henostroza
sábado, 4 de diciembre de 2021 · 00:00


Estamos en el segundo domingo de Adviento, segunda etapa de este discurrir hacia el portal de Belén, segunda vela que encendemos en nuestra corona de adviento, segundo paso que damos en este caminar sencillo, humilde, pero sincero, comprometido, intenso, que quiere llevarnos a hacer realidad en nuestra vida lo que la auténtica Navidad significa, y, sobre todo intentando dejar de lado poco a poco todas esas cosas que no son la Navidad y que algunos interesados todos los años inventan cosas nuevas para hacer de estos días unas fiestas del derroche, del consumo exagerado y del gasto sin medida.

La Navidad solo significa que Dios va a nacer de nuevo en el corazón de aquellos que quieran o se atrevan a descubrirlo en el portal.

En el recorrido del Adviento nos encontramos con una serie de figuras que pueden ayudarnos a andar el camino iluminándonos con su ejemplo y por su fidelidad a la hora de saber esperar a Jesús que viene.

Una de esas figuras es, sin duda, Juan el Bautista, un hombre austero, sacrificado, valiente, hijo de Isabel y de Zacarías y primo del Señor, un hombre sufrido que supo preparar el camino del Señor, que supo anunciar la venida del Mesías. Y que supo quitarse él del medio y dar paso a Jesús, porque el protagonista era el que venía detrás de él.

Dios por la palabra de Juan anuncia, que preparar el camino al Señor, es lo mismo que realizar esfuerzos para allanar los caminos torcidos y tortuosos de la vida. Dios, por tanto, nos pide también que nosotros los cristianos que con nuestro ejemplo y nuestras obras seamos transmisores, de la necesidad de construir un mundo distinto al que vivimos, donde la palabra paz, respeto, solidaridad, diálogo se conjuguen y aparezcan más veces entre nosotros de lo que ahora lo hacen.

En este camino del Adviento, el Señor quiere que nosotros también seamos constructores de un mundo nuevo, el sólo no lo puede conseguir necesita de todos y de cada uno de nosotros.

El Señor quiere que allanemos los caminos y derribemos los muros que separan a las personas, quiere que mejoremos nuestras relaciones y nos llevemos mejor los unos con los otros, preparemos el camino al Señor construyendo entre todos un mundo más justo y más humano, allanemos los senderos intentando siempre hacernos la vida un poco más feliz.

Este sería un buen propósito para el Adviento que estamos viviendo y que queremos aprovechar al máximo. Y no cabe duda que éste es el único camino que nos llevará hasta el portal.

El Señor tiene que enderezar las curvas torcidas de nuestra mente, que busca sus propios caminos equivocados de racionalismo y engreimiento. El Señor tiene que rellenar las hendiduras de nuestras bajezas.

El Señor tiene que tumbar y rebajar las colinas y montañas de nuestro orgullo, cuando creemos que podemos ser como Dios, al pretender decidir por nosotros mismos lo que es bueno o malo; o cuando creemos poder cuestionar a Dios sus planes para nuestra vida, sin darnos cuenta que Él -nuestro Creador y Padre- es Quien sabe lo que nos conviene a cada uno.

El Señor tiene que suavizar la superficie de nuestra alma, para quitar la aspereza de nuestro egoísmo, cuando no sabemos amarlo ni a Él ni a los demás, sino que nos amamos a nosotros mismos.

No somos nosotros los que preparamos el camino del Señor. Más bien nos preparamos nosotros para entrar en el camino del Señor. Para ello tenemos que esforzarnos en crear un mundo en el que no existan tantas desigualdades, tantos valles hundidos y tantas simas escabrosas.

Es necesario abrirse al Señor para que Él pueda llevar a cumplimiento la obra buena que ha iniciado en nosotros (Filp 1,4-11). La vida del cristiano está orientada hacia el retorno de Cristo. Mientras tenemos tiempo se trata de producir frutos por medio de Cristo para gloria y alabanza de Dios.

Que Cristo con su infinita bondad, los bendiga, proteja y acompañe siempre.

cpomah@yahoo.com

 

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