ANDANZAS ANTROPOLÓGICAS

Apuntes sobre rituales y tratamientos funerarios en la antigua California

Por Mtra. AF. Martha E. Alfaro*
jueves, 11 de febrero de 2021 · 00:00

Las fuentes etnohistóricas existentes, presentan escazas referencias sobre las ideas o acciones realizadas por los antiguos californios en torno a la muerte y a las ceremonias o costumbres relacionadas con este proceso biológico.

En algunas crónicas se encuentran breves relatos, casi anecdóticos, sobre este fenómeno y los rituales asociados al mismo. Sin embargo, en los registros históricos existen fragmentos dispersos de información que contienen interesantes alusiones sobre: su cosmogonía, concepción sobre la muerte y algunos de los rituales que la acompañaban.

Como parte del proceso de duelo ante la “pérdida” o fallecimiento de un miembro del grupo, los familiares se cortaban el cabello, quemaban esos mechones y con las cenizas resultantes se pintaban el rostro de negro. Así mismo, como parte de este mismo ritual, solían golpearse la cabeza con una piedra afilada hasta escurrir sangre de las heridas, acompañando esta acción con lastimeros llantos.

Posteriormente, en algunos casos, realizaban la cremación del cuerpo y objetos personales de la persona fallecida; en otros, enterraban flexionados los cuerpos en sitios costeros o covachas. En el desierto central y en la porción austral de la península, algunos grupos, un par de años después del primer enterramiento, realizaban, además, una segunda ceremonia funeraria en la cual recuperaban los huesos de la primera sepultura y les realizaban algunos tratamientos específicos.

Sin embargo, lo que todos los grupos parecen haber compartido era la creencia sobre un tipo de “vida”, “existencia” o “peregrinar”

después de ocurrido el deceso. En el que el “alma” o “fuerza vital” del fallecido iniciaba su camino hacia el sitio en el que se reuniría con sus ancestros. Por lo que, para asegurar este tránsito, era necesario realizar una serie de rituales (al momento de la muerte y tiempo después de la misma), ya que, si los familiares no cumplían con todo el proceso ritual, “el espíritu” del individuo fallecido podría quedar atrapado en una especie de nivel intermedio, en el que se le permitía comunicarse con sus parientes a través de los sueños; pues parte de su esencia se quedaba ligada a la carne (que es el vínculo por medio del cual interactuaba con el mundo).

Por lo que era necesario realizar diversas ceremonias y rituales (quemar sus objetos personales; realizar tratamientos como el seccionamiento corporal o la aplicación de pintura roja) para desligar a esa alma de su ancla con el mundo terrenal y de esta manera pudiera trascender a otro plano de la existencia.

El chamán jugaba un papel primordial ya que era el intermediario entre el nivel físico y el espiritual (por el que transitan los antepasados).

Era el único capacitado para auxiliar la interpretación de sueños y hacer lo necesario para restablecer el orden y el equilibrio con el mundo de los ancestros. Por estos servicios médico-religiosos, el chamán solía cobrarse con un mechón de cabellos de los enfermos y difuntos, que luego utilizaba en otras ceremonias o lo adicionaba a la capa que era parte de su atuendo mágico.

Durante el tiempo en el que el alma sea liberada, el cuerpo debe ser cuidado por su grupo social hasta el momento en el que el rito se cumpla. En este sentido, resulta interesante que, durante la segunda ceremonia funeraria, los antiguos californios se preocuparan por recuperar la mayoría de huesos (incluyendo huesos pequeños como los de manos y pies). Dejando entrever con esto, la importancia de mantener la integridad o totalidad del cuerpo durante el proceso funerario.

*Investigadora del INAH-BCS
 

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