Los momentos del vino

“¿Tú sabes que prefiero estar sola a estar sin ti?”. Dice una parte de la letra de “Has anyone ever written anything for you” que me acaba de salir aleatoriamente en mi computadora. Es una canción interpretada por Stevie Nicks, quien fuera cantante del grupo Fleetwood Mack, que me gusta mucho y tenía mucho tiempo sin escuchar. Creo que nunca le había puesto la atención suficiente a la letra para que me hiciera reflexionar.

Desde hace tiempo estoy segura que el momento de percibir o conocer un vino es determinante para que nos guste, nos encante o incluso sea un vino que vayamos a recordar para siempre. Ese momento conjunta muchos factores, desde el paisaje, nuestro estado de ánimo, nuestra situación emocional, laboral o económica, pero sobre todo, por quien o quienes estamos acompañados.

Hace unos 7 años yo desconocía absolutamente todas las maravillas que envuelven a la industria vinícola y al vino mexicano. Pero definitivamente el haber conocido el Valle de Guadalupe fue lo que generó la chispa que provocó que mi vida, mis gustos y mis objetivos cambiaran.

Todo lo que “ayuda o perjudica” nuestra percepción al momento que probamos un vino, es irrepetible. El vino que nos pareció maravilloso en aquel momento, nos puede decepcionar tiempo después. O viceversa, el vino que nos pareció malo antes, ahora sabe delicioso.

Conocer vinos servidos orgullosamente desde la barrica por los productores. Recibir vinos nuevos en mi casa, incluso algunos aún sin etiquetar para que los conozca (que al no ser experta hasta vergüenza siento). O ser invitada y recibida de manera excepcional en vinícolas y eventos, son de las grandes cosas que me ha dado el vino. Pero ninguno de estos privilegios se compara en lo más mínimo al haber conocido a personas extraordinarias, que admiro, amo y que a muchas de ellas las considero parte no sólo de mi familia, sino de mí.

No va a dejar de sorprenderme como es que del campo a la ciudad suceden tantas cosas y se pierden muchísimas más, las que para mi importan y valen más que cualquier apariencia. Lo que más me llena son los momentos, los momentos que vivimos y en los cuales nos acompaña el vino, como por ejemplo en este preciso momento, estoy disfrutando un Malbec de Mendoza, Cuyo, Argentina, junto con un bombón 60% Cacao relleno de Absenta de mi amigo Oswaldo García, que es una cosa simplemente espectacular, (ya les platicaré más a detalle de sus maravillosos chocolates), mi mejor amigo Francisco que está al otro lado de la mesa trabajando, acompañados de “Lullaby” mi canción favorita de mi banda favorita, The Cure, ¿Qué les puedo decir?, estos momentos son los que enriquecen la vida, esto y las sonrisas, las pláticas, las discusiones, el tiempo con las personas que apreciamos, y más oportunidades de conocer más vinos para así contagiar más.

Y es que la vida es así, cada quien la vive y decide disfrutarla o no, cada quien decide si puede tomarse el tiempo de dedicar o escuchar una canción, o de cada semana dedicarnos tiempo a leer o descorchar un vino y compartir, así como me lo permiten ustedes cada jueves con esta columna que cada día se vuelve más parte de mi y de los momentos del vino.

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