Lo que nos falta

Poco a poco, de manera imperceptible hemos ido perdiendo ciertos hábitos que hacían nuestros días llevaderos y amenos.

La necesidad del aislamiento y demás cuidados sanitarios debido a la emergencia sanitaria que vive el mundo, han reducido las oportunidades de convivir, aún a la distancia, con amigos y familiares.

A la soledad impuesta le agregamos el silencio. Cansados de conversar sobre los enfermos y contagiados por el covid 19, nuestras conversaciones se reducen. Los recuentos de familiares residentes de otras ciudades y estados acusan tantas pérdidas que prefiere uno dejar de hacer el recorrido enumerando a las tías y a las vecinas de conocidos porque resultan escasos los relatos en donde no se cuente con bajas.

Se habla de los estados de ansiedad y depresión que padecen muchas personas no necesariamente por su cercanía con casos fatales sino por el hecho llano de conocer el estado general de la salud de la humanidad.

Los sueños, que más que mensaje en sí como algunos piensan, reflejan nuestro estado de ánimo.

Sueño, por ejemplo, con personas queridas, en situaciones felices o eventos gratos, el hecho brutal es el despertar para recordar que ya no están con nosotros, nada qué ver con la pandemia, duele la comprobación de que hay tiempos felices, simples y sencillos que no se repetirán más porque fallecieron los personajes principales.

Difícil es buscar optimismo en un tiempo que se consume a sí mismo. La espera se come a la esperanza: que si vienen hallazgos terapéuticos para la epidemia, que si las vacunas están cerca, luego, que si es tal o cual fabricación la mejor, que si cuando esto parece ir tomando forma surgen cepas de mayor capacidad de contagio, que si para uno o dos años y qué no sabe uno qué más.

Descubrimos con dolor que de nada se está seguro, sólo del pasado. Esa certeza nos la da el recuerdo cierto de que lo vivimos, estuvimos en él, lo triste de esta certeza es que ya pasó.

Sacando fuerza del recuerdo, acompañados de la memoria y pensado que la ciencia avanza si bien no al ritmo que uno deseara sí hay señales de que poco a poco nos acercamos a la salida de éste negro túnel.