2021, la verdadera elección

Las elecciones locales del año dos mil diecinueve en Baja California no existieron; fueron substituidas por el manto protector de Andrés Manuel López Obrador. La estela de luz de la elección federal de un año antes, sostuvo la preferencia electoral, provocando que los ciudadanos en las urnas no revisaran los nombres de los candidatos, ni diferenciaran si eran propuestos para diputados o presidentes municipales, sino solamente con fe ciega aún, otorgaron su aprobación electoral al color guinda de Morena.

Es así que los nuevos funcionarios de elección popular, tanto diputados como presidentes municipales, iniciaron el camino de sus respectivas responsabilidades, sin compromiso con los electores, sino con sus dirigencias centrales, sin preocuparse por conquistar a los ciudadanos.

Los legisladores han atendido más la agenda partidista que la de los ciudadanos de la entidad o por lo menos la de cada uno de los distritos. Hacerlo implicaría verdaderas consultas regionales y sectoriales para conocer qué es lo que quieren los ciudadanos en materia legislativa.

En cuanto a los presidentes municipales, es lamentable el exceso de propaganda institucional “destacando” el inicio de cada segmento de obra pública (muy escasas por cierto) o la propuesta de lo que se pretende hacer, cuando eso correspondió a sus promesas de campaña; ya no es momento de prometer nada, sino de ejecutar lo prometido.

Debe haber menos propaganda y más administración. Algo es claro en esto, lo que hacen es su obligación, no es dinero de su bolsa, por tanto no debe presumirse como si fuera algo extraordinario que deba agradecérseles.

Perder el tiempo miserablemente en inauguraciones de nada, todo el día y todos los días, con un séquito de funcionarios acompañándoles, es corrupción, porque roban el tiempo (el tiempo es dinero) que deben ocupar en administrar y no en posar.

Ahora bien, los ciudadanos ya los conocieron, los tienen identificados, saben de sus errores y aciertos y ello precisamente es el riesgo para quienes pretenden reelegirse. Al ir a pedir el voto no podrán hacer promesas, porque ya son gobierno, ahora en lugar del voto irán por la evaluación, por la calificación de su desempeño.

Será más difícil su comparecencia ante los votantes. En cambio, los nuevos candidatos, siempre tendrán el beneficio de la duda y los actuales, los que intentarán la reelección tendrán desaciertos que reclamárseles, salvo casos excepcionales.

Algo grave para los actuales funcionarios de elección popular que pretenden reelegirse, será sin duda su actuación irreflexiva en las escandalosas modificaciones legislativas y creación de nuevas normas. No es criticable todo, sino aquello que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha revocado contundentemente utilizando fuertes calificativos, refiriéndose a ellos como legisladores delincuentes; enseguida, sin darse por aludidos, han persistido en la creación de nuevas normas, intentando burlar las determinaciones categóricas de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y de los ciudadanos también, con lo que han evidenciado su falta de ética, moral y compromiso con los electores.

Básicamente la pretensión de extender el periodo gubernamental de dos a cinco años, después de haber sido electos solamente para un periodo de dos; inmediatamente después, la intención de reducir a tres años el periodo del siguiente gobernador.

En esto los presidentes municipales han sido comparsa, porque tratándose de modificaciones a la constitución, se requiere también la aprobación de los ayuntamientos, quienes en Baja California, unos por acción aprobatoria y otros por omisión, que a la postre se contabiliza como voto aprobatorio, han otorgado dócilmente su beneplácito para las modificaciones o creación de leyes que, como se dijo, fueron revocadas por el tribunal supremo (constitucional) del país.

Los electores les esperan ansiosos en dos momentos, primero cuando vayan nuevamente a pedir el voto y segundo, el seis de junio, el gran día de las elecciones.

Legisladores y presidentes municipales le han quedado a deber mucho a los habitantes de Baja California. Los funcionarios son pasajeros, los ciudadanos siempre estarán ahí.

*El autor es jurista y promotor de economía solidaria

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