LA COMEDIA POLÍTICA

Le dieron el avión a AMLO

Por Dan T.
sábado, 13 de febrero de 2021 · 00:00

Si hay alguien que me causa ternura en el gobierno federal es el general Luis Cresencio Sandoval, pues tiene que andar dándole gusto (o el avión) todo el tiempo al viejito de Palacio Nacional.

Con todo y su elegante uniforme verde olivo, el secretario de la Defensa Nacional no la debe pasar muy bien cada vez que suena el teléfono rojo de la red presidencial.

Me imagino la cara de don Chencho cuando escucha el timbre del aparato y ve que empieza parpadear el foquito verde, indicando que quien llama es el mismísimo presidente de la República.

“¿Y ahora qué quiere?”, debe preguntarse todo angustiado jalándose los cabellos el general secretario, que lo mismo tiene que andar construyendo aeropuertos, que poniendo en marcha el Tren Maya, que combatiendo al narco y hasta repartiendo vacunas. Ya nomás falta que lo pongan a vender tamales.

Lo imagino al general respirando una, do, tres veces, tratando de mirar a lo lejos desde los ventanales de su oficina en Lomas de Sotelo. De todas las batallas que le ha tocado librar a lo largo de toda su carrera militar, seguramente nunca se imaginó que la más complicada sería la de mantener contento al Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y la Risa Loca. “Ay, a ver ahora qué quiere”, pensará resignado el secretario Sandoval al levantar el teléfono:

-¡Señor presidente, buenos días! ¿En qué le puedo servir hoy?

-Este... pues... ¿a dónde hablo?
-Soy el general Sandoval. Llamó usted a la Sedena, señor presidente. ¡Al Ejército! Los hombrecitos de verde, ¿se acuerda? Los del desfile militar.

-¡Ah, sí, sí! Claro, perdón, es que tanto ando macaneando que ya se me va el avión. Yo creo que tengo que dejarlo, ¿sabe? Pero la verdad es tan rico eso del macaneo.

-Pues sí, me imagino, señor presidente. O, mejor dicho, mejor prefiero no imaginármelo. ¿Qué le parece si me dice para qué me llamó? ¿Ahora qué se le ofrece al patrón?

-Pues nada más quiero que me dé un aventón, general.

-¿Al precipicio?
-¿Ya nos llevamos así, mi general? No, no, no. Quiero que me dé un aventón al aeropuerto internacional de Santa Lucía. Quiero ir a estrenarlo.

-Pero, pero, pero... ¡todavía no lo acabamos!
-No importa. Necesito que me dé un aventón en un avión grandote y bonito, de esos aviones fifís que tiene usted estacionados en la base de la Fuerza Aérea.

-¿Pero cómo lo vamos a llevar si el aeropuerto está en construcción?

-Bueno, pero la pista ya está lista, ¿no?
-Pues... sí, podría decirse que sí. En realidad la pista ya estaba y nomás le dimos su manita de gato. Sin duda podría usarse para aterrizar, pero va a ser como si aterrizara en la luna, porque no hay naaada más.

-No le hace, general. ¿Quién necesita todo el aeropuerto? Es más, ¿quién necesita un aeropuerto? Sólo los neoliberales. A mí ni me gusta viajar en avión porque me obligan a usar cubrebocas.

-¿Y entonces ¿por qué quiere volar a Santa Lucía y aterrizar en la pista?

-Ah, pues para que los medios dejen de hablar de que no uso cubrebocas.

-¡A sus órdenes, jefe!
 

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