BENCHMARK

48,000 insultos y 30,573 mentiras

Por Jorge A. Meléndez Ruiz
martes, 16 de febrero de 2021 · 00:00

La presidencia de Trump resumida en dos lamentables cifras.

“Fake news, una desgracia, deshonesto, horrendo, mentiroso, estúpido, fracasado, enemigos de la gente, se van a ir al infierno, ficción, un desastre, fraudulento, un mugrero...”.

Apenas una probadita de las 48,000 palabras que Donaldo escribió en Twitter en su gobierno para etiquetar e insultar, según un interesante (y muy triste) ejercicio realizado hace poco por el New York Times (NYT).

Considerando que una novela de ficción en inglés tiene unas 90,000 palabras, el presidente naranja redactó tan sólo en Twitter un terrible medio librito... y la otra mitad seguro la “editó” en otros foros.

Pero esta cuenta trágica no termina ahí.
Por su lado, el Washington Post (WP) se dio a la monumental tarea de llevar un conteo de las mentiras de Trump: 30,573 desde que inició su precampaña en el 2015 hasta que -gracias a Dios- se marchó.

Ah, y casi la mitad fue en el último año: ¡promedió 40 diarias! Hombre, en sus primeros 100 días, Donaldo mintió 492 veces y tan sólo en noviembre 2, 2020 (un día antes de la elección) mintió... ¡503 veces!

Insultar y mentir, dos sellos de un demagogo. Dos sellos de un populista. Dos terribles y peligrosos sellos de nuestros tiempos.

Y es que en la era de las redes sociales y la hipercomunicación, insultar es una estrategia exitosa para minimizar al que piensa distinto (¿verdad Andrés Manuel?).

Etiquetar para no discutir.
Sin embargo, el insultador patogénico siempre terminará mal. Morirá de uno de los 8 cánceres del insulto:

1. El que insulta se cierra al debate. Al descalificar evade analizar y mejorar las ideas propias.

2. La que insulta no aprende. Aún la sabia más sabia puede aprender, pues la sabiduría no es universal. La que no escucha termina siendo irremediablemente estúpida.

3. El que insulta no innova. Los puntos de vista complementarios y el trabajo en equipo son claves para retar al statu quo.

4. La que insulta fomenta la grilla y lambisconería. Sobre todo si la que agravia es una líder poderosa. Ella terminará rodeada de ineptos o, peor aún, de “yes men”.

5. El que insulta fracasa frecuentemente. Tener dogmas inamovibles es una receta mortal en un mundo hiperdinámico.

6. La que insulta fomenta división y odio. Un ambiente agresivo siempre polariza.

7. El que insulta no acepta la realidad. El líder colérico crea sus propios datos. Pero al final, la realidad siempre se impone.

8. El insulto genera más insultos. El ejemplo de un líder permea a sus colaboradores y en el caso de la política, a la población.

Ufff. Apúntalos, vale la pena vacunarse.
Me detengo en el último punto; quizá es el más tóxico.

Porque ese líder agresivo que agravia al que piensa distinto genera un ambiente destructivo. Crea una corte de paleros peleoneros que no le dicen al “Rey” que se equivoca ni cuando corre en cueros por Palacio.

Si el insulto es un cáncer, la mentira es su metástasis.

Es el refugio final del líder que prefiere evadir a enfrentar la realidad. Que prefiere meter la cabeza en un hoyo a realizar la introspección que requiere una transformación trascendente.

Y que, por lo tanto, crea una realidad alternativa. Un mundo fantástico con “otros datos” que le pintan las cosas al Tlatoani como quiere que sean... y no como son.

Un camino directo al fracaso estrepitoso.
Porque los grandes líderes, los que dejan huella, operan exactamente al revés. Buscan qué está mal en sus ideas para ajustar. Ah, y les agradecen al que les indica lo que se tiene que corregir.

Apuestan al talento. Respetan a la técnica y a los que la dominan. Tienen sus objetivos claros, pero son flexibles en estrategia y táctica. Aceptan que, en un mundo dinámico, las mejores ideas y el mejor plan a veces deben cambiar.

Tristemente, aquí en México estos conceptos son una quimera.

El Presidente es el principal proponente y responsable de crear un ambiente maligno. Tristemente, hoy en México se escribe una enciclopedia de insultos y mentiras.

Volúmenes que no nos conducirán a un buen destino.

Posdata
En cualquier país pueden presentarse problemas de suministro de gas ante fríos extremos. ¿La solución? Almacenamiento. Aquí en México hemos sido omisos, sobre todo la CFE, el consumidor de gas más grande de México.

EN POCAS PALABRAS...
“Los insultos son los argumentos de los que están equivocados”.

Jean-Jacques Rousseau, polímata suizo.

benchmark@reforma.com

Twitter: @jorgemelendez
 

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