¿Revivir el testamento ológrafo?

Hace ya varios años que el Testamento Ológrafo se derogó en nuestra legislación, es decir, dejó de existir como documento con valor legal.

El testamento ológrafo, como muchas instituciones civiles de nuestros códigos, tiene su origen en el Derecho Romano. La palabra ológrafo proviene del griego y significa escribir por entero.

Nuestro Código Civil de 1884 no lo admitió, pero el de 1928 sí lo hizo y lo reglamentó. Nuestro Código Civil del Estado de Baja California sí lo admitió también y lo reguló conforme estaba regulado en el Código Civil para el Distrito y Territorios Federales.

Cuando aún existía regulado en nuestro derecho, se establecía que el testamento ológrafo debía ser totalmente escrito del puño y letra del testador y firmado por él, con expresión del día, mes y año en que se otorgara (arts. 1437 y 1438 de nuestro Código Civil). Lo que significa que si alguien escribía algo sobre el testamento, éste se volvía nulo.

Como el testador podía equivocarse en algunas palabras, la propia Ley le permitía testarlas, es decir, rallarlas y entrerrenglonar la palabra que sustituiría la palabra rallada. El testador debía establecer cuáles palabras valían y cuáles no, al finalizar el testamento.

Pero, luego, el testador debía volver a escribir de su puño y letra su testamento, pues la ley exige que sea por duplicado. Al terminarlo, debe estampar su firma y su huella digital. Uno de estos ejemplares deberá ser considerado el original y otro el duplicado, pero ambos deberán meterse en un sobre que debe sellar y lacrar: deberá poner palabras o firmas o sellos o cualquier otra cosa que garantice que el testamento no podrá ser abierto.

En el sobre que contenga el testamento ológrafo, el testador podrá, de su puño y letra, la siguiente constancia: “Dentro de este sobre se contiene mi testamento”. Estos sobres deben presentarse al Registro Público de la Propiedad, personalmente por el testador, que será identificado por un par de testigos ante él. Esta constancia en el sobre deberá ser firmada por el testador, los testigos y el Registrador.

En el sobre donde se contiene el duplicado del testamento, se extenderá una constancia hecha por el Registrador, que dirá: “Recibí el pliego cerrado que el señor … afirma contiene original su testamento ológrafo, del cual, según afirmación del mismo señor, existe dentro de este sobre un duplicado”. Se pondrá luego el lugar y la fecha en que se extiende la constancia que será firmada por el encargado de la oficina, poniéndose también al calce la firma del restador y de los testigos.

Como vemos, la elaboración por duplicado de este testamento, no es sencillo. La escritura de puño y letra del testador no siempre es posible por la falta de costumbre de escribir que existe entre nuestra gente obrera y campesina, urbana y rural. Muchas veces no estarán en posibilidad de escribirlo y se vio mucho en la práctica que el testador lo dictaba a una de sus hijas para que ésta lo escribiera en su lugar. Esto era tan notorio, sobre todo cuando se veía con qué dificultad podía el testador firmar al estampar su firma en el sobre.

Como este testamento es privado, nadie debe enterarse de su contenido y por lo mismo, no puede ser asesorado durante la elaboración de su testamento. Los testigos sólo intervienen al final, cuando lleva el testamento y su duplicado ante el Registrador, para depositar el original, pero tampoco deben enterarse de su contenido.

Menciono todo esto porque actualmente una diputada está interesada en volver a la vida este complejo testamento, que está lleno de nulidades si no se cumple al pie de la letra, pues no se pueden otorgar facilidades en detrimento de las garantías que deben tener los actos de esta gravedad, según lo afirma el Tratadista Ibarrola.

Pero, se nos acabó el espacio, por lo que continuaremos la próxima semana con este mismo tema, y así seguir llevando la Notaría a sus hogares.

*Titular de la Notaría Pública Número Cinco de Ensenada

diegomonsivais@notaria5ensenada.com