DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

El efecto placebo

Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 25 de febrero de 2021 · 00:00
La historia de las drogas (sustancias químicas) con uso medicinal, son tan antiguas como el hombre, ya que éste, en la búsqueda del remedio a sus dolencias, experimentó con una gran variedad de elementos de su entorno. Existe evidencia histórica documentada en diversidad de papiros, tablas u otras escrituras de la antigüedad.

Desde la época del papiro de Ebers (1500 a. C.), uno de los más antiguos tratados médicos y de farmacopea conocidos, se nombra más de 700 remedios. De la cultura Sumerios-Babilónicos (600 a 500 a.C.), se conocen más de 250 productos. El Corpus Hipocrático (400 a 500 años a.C.), refiere casi 400. En la época del emperador chino Huang Ti (250 a. C.), se conocen casi 2000 productos, de los cuales aún muchos continúan usándose. De la época de Galeno que mantuvo su régimen terapéutico durante 1500 años, el cual desapareció con el nacimiento de la medicina científica a principios del siglo XIX, contaba en su haber con 820 remedios.

Los previos son solamente algunos de los que se tiene bien documentados, pero la lista debe ser inmensa, ya que todas las culturas de la antigüedad usaron diversos remedios y de la mayoría de ellos, no se guardan evidencias y de muchos otros que aún usamos (remedios tradicionales), es probable que no sepamos desde cuándo se usan.

Ahora la pregunta: ¿realmente, todos o la mayoría tenían efecto farmacológico o cumplían con el precepto de placebo?

La palabra placebo deriva del verbo latino placere, que significa “complacer”.

Del análisis por diversos eruditos en la materia, consideran que de la inmensa mayoría de los productos de los cuales se tiene conocimiento y que se han estudiado en la actualidad, es muy probable que la mayoría cayera en el rubro de placebo.

Los muy populares elíxires, jarabes y tónicos “cura-todo” de la edad antigua que usaban desde agua, excrecencias de plantas y animales entre otros muchos elementos, sin dejar de mencionar extractos botánicos con innegables propiedades neurotóxicas y que aún en esta época llegan nuevos, anunciándose como cura-todo (Dióxido de Cloro) y en verdad, muchos de ellos tienen su efecto solamente como placebo, sin menospreciar sus probables efectos deletéreos.

En ningún momento quiero demeritar el innegable beneficio de muchos de los químicos hoy usados. Soy consciente del gran beneficio que la ciencia médica ha aportado a la humanidad; una de las mejores y peores acciones que se han heredado, es en el manejo del dolor, siendo su principal protagonista la morfina, sintetizada en la primera mitad del siglo XIX por el alemán Friedrich Wilhelm Adam Sertürner, la cual fue fuertemente impulsada con la invención de la jeringa que permitió verter directamente al torrente circulatorio la morfina y calmar el dolor, por más severo que fuese. Durante la guerra de secesión (1861-1865) de los Estados Unidos de Norteamérica, su uso se popularizó a fin de calmar el dolor de las lesiones de guerra y el abuso del uso de la morfina, dejó miles de adictos al grado que se le llegó a conocer como la “Enfermedad del soldado”.

Ante el innegable beneficio de la morfina para tratar el dolor, dicho producto se utilizó desde finales del S XIX para tratar todo tipo de molestias: insomnio, antitusivo, antidiarreico, cólicos del bebé, problemas emocionales y psiquiátricos y muchas otras afecciones. Esto es solo un ejemplo en el cómo, un producto que sirve para algo, termina usándose para todo y la experiencia ha mostrado que lo que sirve para todo, termina por no servir para nada.

Recientes investigaciones han ido demostrando que el efecto del placebo puede ser una respuesta psicofisiológica e inclusive se le atribuye en un contexto terapéutico, pero los efectos solo se limitan a aliviar síntomas, en especial, cuando existe un desequilibrio psicológico, pero no curan la enfermedad de fondo.

La administración del placebo puede promover una mejoría y eventualmente una curación, pero eso dependerá de la enfermedad, de la personalidad del paciente y de esa capacidad que tenga el médico para orientar y dirigir el manejo.

Tenemos que entender tanto médicos como pacientes que los primeros, estudiamos, observamos, entendemos y acompañamos al paciente en el proceso de su enfermedad y será el cuerpo, con los cuidados adecuados, que logre superar su enfermedad. Una inmensa mayoría de los fármacos que hoy usamos son para tratar los síntomas, mas no para tratar a la enfermedad. A la enfermedad hay que analizarla para conocer sus causas y éstas, evitarlas a fin de erradicarlas del proceso enfermedad. De las mejores herramientas con que contamos los médicos es saber escuchar, orientar y descartar complicaciones o problemas mayores. Se debe tratar al paciente, mas no a la enfermedad, el manejo, debe individualizarse ya que cada cuerpo responde diferente.

El cuerpo tiene la capacidad de autocurarse siempre y cuando se le den los cuidados necesarios y se traten en forma oportuna.

*Coordinador de Relaciones Públicas del Consejo Nacional de Lactancia Materna A. C.

sicasrdi53@gmail.com

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