DESDE EL VIGÍA

Pandemia y educación

Por Editorial El Vigía
sábado, 27 de febrero de 2021 · 04:02

El ciclo escolar 2019-2020 que concluyó el 6 de julio del 2020 con grandes lagunas en enseñanza de los estudiantes de educación básica debido a las restricciones impuestas por la pandemia del Covid-19, pero agravadas por la sorpresiva llagada del Coronavirus que agarró desprevenidos a la gobiernos, maestros, alumnos y padres de familia.

No pasó ni un mes desde el 27 de febrero que apareció el primer caso de Covid-19 en México, que las escuelas tuvieron cerrar y mandar a los alumnos a sus casas con lo que el proceso educativo quedó en el limbo, mientras los profesores reaccionaban de diferentes maneras ante la falta de un plan nacional de emergencia para la educación.

Hubo de todo, desde los profesores que asumieron el cierre de las escuelas como una especie de vacaciones, hasta los que responsablemente –la gran mayoría- buscaron la manera de seguir impartiendo clases aprovechando las tecnologías de la información, unos a través del correo electrónico, otros del WhatsApp, aplicaciones y redes sociales.

Pero ni todos los niños tenían una computadora, tablet o por lo menos un teléfono inteligente, ni todos los maestros sabían manejar esas herramientas, mucho menos tenían una forma de emplearlas con propósitos educativos, menos cuando se trata de atender 30 o más alumnos a la vez.

Muchos otros obstáculos se han tenido que enfrentar y a la fecha no todos han sido superados para que la educación sea continua, de calidad y para todos.

Hay un gran rezago en servicios de internet por lo que no llega a todas las poblaciones, menos a las de las zonas periféricas de las ciudades y los alejados poblados rurales.

Los altos niveles de pobreza y marginación impiden que todos los niños puedan contar con una de esas herramientas ni la energía eléctrica llega a todas las casas; incluso, en muchos de aquellos hogares en donde hay un dispositivo electrónico, pudiera haber más de un estudiante y consecuentemente no todos tienen la oportunidad de asistir a clases a distancia.

Lo mismo ocurre con los aparatos de televisión, si alguien ve una clase, otros no lo pueden hacer.

Se sabe que en algunas zonas rurales maestros muy responsables y comprometidos con sus alumnos, hacían recorridos a sus casas para hacerle llegar clases y tareas a través de copias fotostáticas.

La pandemia hizo aún más evidente las desigualdades que hay en el país y la precariedad con la que una gran porción de la población ha tenido que enfrentar todos los problemas generados por la pandemia, económicos, de salud física y mental, las relaciones intrafamiliares, y desde luego la educación.

Las consecuencias de todo esto veremos en los siguientes años; por lo menos 30% de los estudiantes de todos los niveles no están tomando clases de ninguna manera, entre más jóvenes y más pobres, más grave es el problema.

Algo tenemos que hacer sociedad y gobierno para abatir urgentemente ese enorme rezago, porque de no hacerlo estaremos creando una generación de niños y jóvenes sin futuro condenados a la pobreza o a enlistarse como “soldados” en las filas del crimen organizado.

Triste situación.
 

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