DE NIÑOS Y OTROS ENREDOS

No hay marcha atrás

El presentimiento es una conjetura que nace del libre juego imaginativo de la introspección Alfredo Bryce Echenique Por Dr. Enrique Sicardi Aragón*
jueves, 4 de febrero de 2021 · 00:42


Tal como sucedió con la invención de los cohetes V-2 por parte de Wernher von Braun en la Segunda Guerra Mundial, en un principio fue tremendamente devastador y en cuanto el mundo lo reorientó, su invento sirvió para la conquista del espacio. Visto en forma similar, el bicho que tanto daño nos ha estado ocasionando y modificando radicalmente nuestro estilo de vida, servirá para reorientar nuestros pasos al futuro.

El mundo no volverá a ser el mismo en el cual crecimos. Mañana, al hablar, tomaremos como referencia el 2020 y lo referiremos como antes y después del Covid-19, sustituiremos el: a. de C y d. de C (antes y después de Cristo) por el a. del C. y d. del C (antes y después del Covid-19).

Hoy sabemos que el uso del cubreboca, barbijo o mascarilla, llegó para quedarse, aunque algunos necios se obstinen en no usarlo o usarle incorrectamente como en el caso de políticos u otros líderes de opinión, que con su ejemplo, arrastran.

El hecho es que la utilidad de dicho artilugio está más que demostrada para evitar o limitar la aspiración o expulsión de microorganismos, por algo, desde décadas se ha usado en sitios de riesgo (quirófanos, industria) o para cuidados de pacientes delicados (cáncer, trasplantados, infectados).

Las evidencias apuntan a que al igual que con la influenza, este desgraciado virus estará mutando y tendremos que irnos vacunando año con año; claro, si aspiramos a no enfermarnos y tratar de regresar a una vida lo más normal posible.

La movilidad humana, ya no volverá a ser la misma. Hoy todos sabemos que quietecitos nos vemos más bonitos, más bien, al estar en menor contacto con otras personas, tenemos menos oportunidad de contagiarnos de esto o aquello.

Toda esta limitación social y el quedarnos en casa el mayor tiempo posible, ha demostrado que se puede vivir igual o tal vez hasta mejor que desplazándonos: trabajamos desde casa y desde allí, compramos, vendemos, nos relacionamos.

Las grandes plazas comerciales se ven cada vez con menos usuarios. ¿Y qué no decir de los bancos? si nos aplicamos, podemos hacer casi todas nuestras transacciones de dinero, y sin ir al banco. Por lo que cada vez será mayor el trabajo que se generará desde las casas de los propios empleados y aquellos grandes edificios de múltiples oficinas corporativas, pasarán a la historia cual si fueran mamuts.

Las tan agradables reuniones corporativas y congresos, laborales o de educativas, realizadas en hoteles de lujo, difícilmente se repetirán y solo quedarán como referencia anecdótica, no volveremos a ellas, muchos tuvimos la oportunidad de disfrutarlas, otros solo sabrán que alguna vez se hicieron.

Esos grandes cruceros turísticos que nos visitaban frecuentemente a Ensenada, en algunos astilleros ya los están desmantelando, cada vez será más raro su arribo. El turismo continuará, pero más el de aventura: menos gente, sitios menos cerrados, lugares más exóticos, más actividades al aire libre y sobretodo, respetando la sana distancia.

Los megaconciertos, los grandes espectáculos deportivos, los tumultos en las iglesias, así mismo las grandes bodas u otros eventos, serán cada vez menos frecuentes y en un futuro, cosa del pasado. Los códigos de vestimenta se tornarán más casuales y funcionales, la industria textil, tendrá cambios, creo que se vislumbra la decadencia del saco y la corbata.

Y aunque me pese decirlo, la consulta médica virtual cada vez será más demandada, apoyada con el desarrollo tecnológico que la hará posible en un futuro no muy lejano y para mi júbilo, se usarán menos medicamentos.

La gente se enfermará menos, ya que aprende a cuidarse mejor: menos procesos infectocontagiosos al comprender mejor los mecanismos de higiene y se fortalecerá por la menor convivencia, viviremos más aislados.

El planeta mejorará ya que al movilizarnos menos, gastamos menos carburantes, pero tenemos que aprender a reciclar y manejar mejor los desechos y si procuramos una producción más ecológica de nuestros alimentos, nuestro ecosistema nos lo agradecerá y traerá beneficios, ya que aprendemos a comer más sano y natural; pobres de aquellos que se acostumbran a la comida ultraprocesada, esos, ya están pagando su peaje.

Mis amigos, en lo personal no veo vuelta atrás en lo que esta pandemia está trasformando nuestro pasado más reciente del estilo de vida. Hoy nos toca vivir el cambio, el porvenir es inmediato, o nos subimos a él con preparación y entusiasmo o sufriremos añorando el pasado.

Preparémonos mejor tecnológicamente y enseñemos a nuestros niños a disfrutar de la naturaleza, la música, la lectura y a estar más a gusto consigo mismo.

Si la vida te da limones, pues prepárate una buena limonada.

Los cambios duelen, pero nos hacen crecer.
*Coordinador de Relaciones Públicas del Consejo Nacional de Lactancia Materna A. C.

sicardi53@gmail.com 

 

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