DESDE LA PLAZA SANTO TOMÁS

Lo que sucedió mañana – año 2028 – mes de febrero- 103

Por Ricardo Harte*
lunes, 8 de febrero de 2021 · 02:04
- Hemos aprendido durante toda la enseñanza básica, a conjugar los verbos con seis artículos: yo, tú, él, nosotros, vosotros, ellos.

Y después navegamos por la vida conjugando exclusivamente el “yo”.

Los demás artículos desaparecen devorados por la maquinaria del “más”: más éxito, más ganancia, más utilidad, más eficiencia, más velocidad, más competencia.

Don Sebas dejó la copa y miró, en el silencio de sus palabras, a los demás amigos del grupo.

La Plaza murmuraba sus alegrías distribuyendo sombras, brisas, risas, cantos.

Se podía palpar la armonía del lugar.
El grupo comenzaba a digerir las palabras de Don Sebas.

- Bien, bien, – intervino Mercedes- es una síntesis muy habilidosa para contar a lo que nos lleva este modelo del individualismo. Lo que no acabo de digerir es cómo vinculamos este tema, que ahora nos propones, con la charla anterior sobre la injusticia de la economía financiera y demás piruetas retóricas. ¿Cómo relacionar lo de este discurso del “yo” con la especulación de la economía capitalista?

Don Sebas clavó la vista en algún lugar inexistente de la plaza. Se levantó, caminó unos pasos, mientras intentaba ordenar sus ideas.

- Pues queridos amigos, lo que expresó Mercedes exige una explicación. De ninguna manera vayan a interpretar que aviento temas al aire para provocar la discusión gratuita. El discutir por el placer de discutir. No. No es así. Aunque confieso que me fascina observar desde dónde, cada quien, interpreta los temas y arguye disensos, reclamos, silencios. Es sorprendente como un tema, que tiene elementos consistentes y coherentes, provoca pensamientos diferentes, desde diferentes niveles, con diferentes lenguajes, con diferentes argumentos. Lo que planteo, lo que propongo en estas charlas de amigos, son temas que están todos vinculados. Todos tienen una razón de ser.

Pero antes de que conversemos sobre la existencia de un patrón temático que vincule todos los temas, quiero insistir sobre lo que acabo de señalar. Y me refiero a los ángulos diferentes con los que cada uno de ustedes participa en estos diálogos reflexivos.

Si se fijan, hay como un modelo de comportamiento: cuando cualquiera de ustedes interviene, toma la palabra, los demás guardan silencio respetuoso y se sumergen en sus cavilaciones, buscando los argumentos que esgrimirán para defender e insistir, cuando les toque tomar la palabra, sobre sus argumentos, sus puntos de vista, desde la visión que les preocupa.

Es decir, no se escucha. No nos escuchamos. No se intenta descubrir desde que dimensión está hablando el que tiene la palabra, desde qué nivel está exponiendo el tema, para ubicar nuestras cavilaciones, nuestras ideas en esa dimensión, en ese nivel.

- Pues hablando exactamente de ello- continuó Mercedes- insisto, Don Sebas, que no me contesta usted cuál es la intención de aventar temas diferentes, polémicos, cuando entre ellos, aparentemente, no hay relación. Es decir, creo que usted no me ha escuchado. Hablando de que no nos escuchamos.

Se oían las risas de los pequeños jugando en el área infantil, corriendo, subiendo, columpiándose. Se oían los murmullos de los parroquianos en las mesas contiguas, dialogando con alegría. Se oían los trinares y gorjeos de los cientos de pájaros que iban regresando a sus lugares cotidianos de descanso. Se oían los acordes de la banda de rock que afinaba sus instrumentos para el siguiente concierto en el escenario del parque. Muchos sonidos, que se congregaban en la partitura no escrita de las melodías de la Plaza Santo Tomás.

Pero nuestros amigos estaban en silencio. Un silencio nuevo. Un silencio incómodo, porque, por ser nuevo, no lo sabían manejar. Todo indicaba que el diálogo, por vez primera, había llegado a un clímax antagónico, de enfrentamiento.

- Pues mi querida Mercedes, esa era mi intención. Explicar la relación existente de, por lo menos, los dos últimos temas, que hemos estado comentando. Entendí perfectamente tu comentario, tu pregunta.

Esta etapa del Capitalismo, que muchos lo definen como la etapa salvaje y depredadora, ha generado muchos valores y muchos antivalores. Como valores, creo yo, podemos mencionar a la libre competencia, a la propiedad privada, a los sistemas democráticos. Pero lo patético de estos valores es que ellos mismos han generado sus propios antivalores.

El antivalor de los monopolios, el antivalor de la propiedad privada de los bienes comunes de una sociedad, el antivalor de la corrupción y la mentira como herramientas asumidas para el control de los procesos democráticos. Y el gran antivalor, el rey de los antivalores: el individualismo a ultranza.

Yo, por encima de todo y de todos. Primero yo y después yo.

El falso paradigma de que para que todos estemos bien, primero lo debo estar yo. El único detalle es que ese momento, el que todos estemos bien, jamás llega. El yo se devora el tiempo, las energías, las posibilidades, los días y las noches. Se devora la calma y la tormenta. Se devora la pobreza y la riqueza.

El yo sigue vivo, saludable, fuerte, mientras la comunidad sufre hambre, sed, frío, dolor.

Pues esa era mi propuesta. Analizar nuestro muy respetado sistema capitalista, desde el ángulo de las toxicidades que ha generado. Los falsos valores que nos hemos comprado. Y uno de ellos, el más destructivo de todos a mi juicio, el muy venerado valor del individualismo.

- Esteee…- intentó la Sra. Elsa agregar-¿Entonces Don Sebas usted propone el socialismo?¿la masa uniforme?¿el anonimato de la persona generado por el absoluto dominio del “nosotros”?¿el poder total del estado?¿nada de iniciativa ni propiedad privada?¿nada de democracia?

Don Sebas se volvió a parar. Caminó alrededor de la mesa del grupo, tinto en mano, mientras ordenaba nuevamente sus ideas.

- Sra. Elsa, esas preguntas suyas exigen que vayamos desgranando cada uno de los temas que han surgido, poco a poco, con el ánimo de encontrar las respuestas. Sólo requerimos una sola actitud: escuchémonos.

Seguía la melodía de la Plaza. Melodía de diálogo, de alegría, de convivencia, de acuerdos.

*Arquitecto uruguayo radicado en México hace más de 40 años

ricardoharte@yahoo.com

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