Calidad educativa

La calidad educativa en nuestro país nunca ha sido la mejor. Siempre hemos estado por muy debajo de otros países en las mediciones internacionales.

México se encuentra en la posición 100 de 144 países que fueron evaluadas en el Reporte Global de Competitividad en el 2012, del Foro Económico Mundial (FEM), desde entonces la situación no ha mejorado, al contrario, seguimos peor y poniendo en riesgo a generaciones de mexicanos que, por su deficiente formación, en su mayoría no tendrán acceso a oportunidades de empleos de calidad y serán poco competitivos en cualquier actividad a la que se dediquen.

Esos mismos estudios nos colocan en el sitio 124, si la evaluación se hace a la calidad de la enseñanza en ciencias y matemáticas.

Somos insuficientes en personal docente, deficitarios en el suministro de materiales, más ahora que libros, cuadernos y plumas ya están siendo sustituidos por computadoras y materiales digitales para la enseñanza-aprendizaje.

Hay un severo atraso en programas y planes de estudio e infraestructura y servicios e a pesar de que en sexenios anteriores hubo programas como Escuelas al 100, y ahora la entrega a los padres de familia del dinero para el mantenimiento de los planteles.

En la educación media superior sólo se tiene una unidad escolar por cada 1,000 jóvenes. En el caso local, el cupo es completado a medias por la existencia de escuelas particulares que no son accesibles para estudiantes que no tienen recursos para pagar colegiaturas.

En el paso de la educación secundaria a la media superior se pierden en el país más de 2 millones de alumnos matriculados en escuelas públicas que pasan a formar parte del desempleo, del subempleo o de las filas de trabajadores de maquiladoras o tiendas de conveniencia como cajeros, trabajadores de limpieza o rellenadores de anaqueles, si es que no se enrolan en el crimen organizado.

La tasa neta de escolarización pasa de 98.4% en primaria y se reduce a 62% en preparatoria.

En el país el 2 de cada 10 alumnos de educación básica no cuentan con mobiliario básico, la cifra se dispara a 7 de cada 10 en preparatoria.

La mala calidad se agrava por el COVID-19 que ha dejado por lo menos 30% de los niños en edad escolar fuera de las aulas y el resto toma clases de manera intermitente e irregular sujetos al compromiso de los maestros con su trabajo y profesión, que lamentablemente no todos comparten.

Hay quienes enseñan menos horas de las que les corresponden o se limitan a dejar tareas sin que los alumnos tengan orientación, una guía o un método que les garantice el aprendizaje.

Es cierto que tenemos que proteger a nuestros niños y a los maestros de la pandemia, pero también existe la urgente necesidad de tener un plan de retorno a clases que no solamente los ayude a recuperar el tiempo perdido, sino a mejorar la calidad de la enseñanza.

Solo de esa manera salvaremos el futuro del país.